Ante la repercusión mediática por los faltazos a la segunda audiencia sobre el aborto, este martes la reunión estuvo más nutrida. Pero no habrá que esperar que los diputados resuelvan su voto por lo que allí se exponga.

Ni siquiera cuidaron las formas. Aun sabiendo que toda la atención mediática estaría puesta en las audiencias sobre la legalización del aborto en Diputados, la atención general de los legisladores se limitó a la primera reunión. En efecto, mientras se iniciaba el histórico debate sobre el tema en la Cámara de Diputados, y en las calles se daban cita cientos de militantes a favor y en contra de la iniciativa, protagonizando un ponderable ejemplo de convivencia pacífica, la asistencia fue perfecta. Ningún diputado de las cuatro comisiones que componen el plenario en el que se debatirá los próximos meses el tema quiso faltar a semejante cita.

Pero dos días después el faltazo fue generalizado: por cada una de las comisiones se ausentó más de la mitad de miembros. Ergo, las exposiciones de los invitados a las audiencias terminaron limitadas al lucimiento personal, lejos de la posibilidad de influir sobre legisladores que aún están con dudas sobre el tema.

Semejante nivel de ausentismo sorprendió a muchos, e indignó a otros tantos. El presidente de la Comisión de Legislación General de la Cámara baja, el macrista Daniel Lipovetzky, minimizó el mal de ausencias, aunque admitió haberse sorprendido por tantos lugares vacíos, a juzgar por la máxima expectativa que el debate había generado.

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Atentos a la repercusión de semejante nivel de ausentismo, el martes la presencia legislativa en la tercera audiencia sobre el aborto fue mucho más nutrida. Empero, no es garantía de que eso persista, pues habrá que imaginar que el mal de ausencia será la tónica predominante en el futuro. Pasa que el cronograma de audiencias de los próximos dos meses establece reuniones martes y jueves, de 9 a 18, con un intervalo al mediodía. Demasiado tiempo como para generar la atención plena de todos los legisladores miembros de esas cuatro comisiones, así no tengan definición tomada sobre el tema. Y esas audiencias no necesitan quórum, lo que libera a los legisladores de la obligación de prestarlo. En definitiva, van los que quieren.

Teniendo 35 miembros cada una de las comisiones que componen el plenario -Legislación General, Legislación Penal, Salud y Familia-, y sabiendo que varios integran más de una de esas comisiones, el número total de diputados que podrían asistir a cada plenario asciende al centenar. A los que habría que sumar que todos aquellos que no integren las comisiones, pueden ir también. Pero la realidad es que las únicas presencias aseguradas son las de los presidentes de esas comisiones, y los que concurren para escuchar a sus propios invitados, cuestión de cortesía.

La asistencia asegurada de los presidentes de las comisiones no se extiende a sus vices, muchos de los cuales faltaron en esa raleada segunda reunión. Si hasta la titular de Familia se ausentó buena parte del jueves: la radical jujeña Alejandra Martínez, que apareció en un canal de cable hablando sobre la detención de Eduardo Fellner mientras promediaba la segunda jornada de audiencias.

No fue la única “peso pesado” ausente. Ni el mal de ausencias se limitó a un sector. Hubo de todos los colores y posturas: oficialistas y opositores; a favor y en contra del aborto. Desde kirchneristas como Rodolfo Tailhade, Hugo Yasky, Rodrigo Rodríguez, Laura Russo, Magdalena Sierra y Roberto Salvareza, entre otros; a oficialistas como José Cano, Soledad Carrizo, Graciela Ocaña, Guillermo Montenegro y hasta Sergio Wisky, autor de un proyecto propio a favor del aborto.

Faltaron massistas como Daniel Arroyo, o encendidas militantes “pro aborto” como Lucila De Ponti...

Pero más allá de que ayer la concurrencia haya sido más nutrida, es de esperar que los faltazos se potencien en el futuro. Pasa que los martes es el día de mayor cantidad de reuniones de comisiones, con lo que los legisladores deben organizar muy bien los tiempos para participar de las mismas. Esto es: nadie puede quedarse de 9 a 18 en las audiencias sobre el aborto, salvo los presidentes de las citadas cuatro comisiones. En el horario comprendido para la audiencia de ayer había otras seis reuniones de comisión.

Eso pasa los martes, pero los jueves, si bien solo hay algunas comisiones matinales, el problema se potencia porque los legisladores del interior -que son mayoría- deben regresar a sus provincias. De ahí que la tarde de los jueves sea seguramente el horario más despoblado de las audiencias sobre el aborto.

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Amén de esas cuestiones puntuales, está la falta de interés por atender a las exposiciones que se van dando en el Anexo C de Diputados. Porque el voto de los legisladores no termina definiéndose en lo que escuchan en el Congreso, sino que lo resuelven sus bloques. Aunque en este caso se haya dado libertad de conciencia, y así las cosas, seguirán buscando consejo en otros ámbitos. Pasa que en el Congreso, donde los legisladores “parlamentan”, lamentablemente no suelen escucharse entre sí. En los días que corren, las piezas oratorias no tienen otro objetivo más que, a lo sumo, el aplauso de sus pares, pero nadie se ilusiona con poder hacer cambiar de opinión a sus adversarios.

Un caso excepcional fue el de Lidia “Pinky” Satragno, quien allá por 2009 -cuando era diputada del PRO- cambió su voto respecto de la ley de ADN luego de escuchar los argumentos de otra diputada en el recinto. “Fue cuando la legisladora Donda explicó lo tremendo que es cargar con la mochila de no saber quién era y no atreverse a quitársela, y el alivio que tuvo cuando pudo sacársela de encima”, señaló entonces la popular Pinky.

Según sondeos preliminares, hay unos 95 diputados que están a favor del aborto legal, contra alrededor de 104 que están en contra. Los 56 restantes son los que terminarán inclinando la balanza hacia uno u otro lado. No todos están indecisos, muchos prefieren no revelar su voto. Pero esos son los que podrían aprovechar estas extensas audiencias para sacarse las dudas e informarse más sobre un tema que deberán votar en junio.

Valen en ese sentido las palabras de la ex diputada Satragno, que evocando esa sesión de 2009 en la que cambió su voto tras escuchar el discurso de una colega que no era de su bloque, valoró que eso pueda llegar a darse cuando hay un debate legítimo de los proyectos en las cámaras, y no cuando “cada uno sale a guitarrear lo que quiere”. “Es mi sueño que exista un Congreso donde se escuchen las propuestas con atención”, concluyó. Tal vez pide demasiado.

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