Es difícil confirmarlo, tratándose de quien hizo del misterio una supuesta virtud -al menos a su criterio-, pero a principios de 2016, cuando el gobierno buscaba ratificar en el Congreso el acuerdo alcanzado con los fondos buitre para salir del default, la ex presidenta advertía a sus allegados que si eso se concretaba y Macri conseguía el financiamiento externo que el kirchnerismo nunca logró, “estos no se van más”.
Sonaba extremo, pero justificaba que desde un primer momento el kirchnerismo duro hubiera planteado una política de resistencia extrema frente a las políticas del gobierno.
Según el criterio que emanaba desde lo más alto del cristinismo, el éxito de Cambiemos implicaba el desierto para el partido que gobernó más del 70% de esta etapa democrática iniciada en el 83.
Haya sido o no real esa hipótesis, está claro que los resultados no fueron tan lineales. El retorno de la Argentina al mundo no trajo la lluvia de inversiones pregonada, y el segundo semestre llegó por lo menos un año más tarde. Aun así, Cambiemos volvió a ganar las elecciones. Y el peronismo a perder, lo cual conlleva a un dato aun más inquietante para los peronistas: fue la tercera derrota consecutiva.
Nunca les había pasado. Cuando la citada recuperación democrática los mantuvo en el llano, perdieron las primeras elecciones intermedias en 1985, pero se recuperaron en el 87, dejando para todos claro que la vuelta al poder sería inexorable dos años más tarde. O antes.
En cambio ahora la derrota del peronismo marcó su tercera caída consecutiva, y la cuarta en cinco elecciones, lo que habla de un deterioro concreto del partido creado por Perón, que algunos atribuyen a la dispersión. Es el caso, sin ir más lejos, de la propia Cristina Fernández de Kirchner, que poco después de las PASO aseguraba que el 54% que había consagrado en 2011 su reelección seguía vigente, pero repartido. Estaba en el 34% de ella, los 15 puntos de Sergio Massa y los 5 de Randazzo.
Están los que sostienen que los problemas del peronismo no deben contarse en singular, y que por el contrario no alcanzaría con una unidad hipotética para revertir su posicionamiento ante el electorado. Hay incluso quienes piensan que este momento es peor que el que vivió el PJ en la década del 80 al que ya hicimos referencia. Es el caso del consultor Carlos Fara, para quien no hay duda de que el peronismo vive “la peor crisis de su historia”, y lo justifica en que “nunca había perdido al mismo tiempo el gobierno nacional y la provincia de Buenos Aires”.
“Además de que las estructuras sindicales están más fragmentadas que nunca y no tiene liderazgo alternativo al de CFK”, concluye Fara.
Su colega Ricardo Rouvier no es tan drástico: “Es muy difícil precisar si este momento es peor o no, pero sí puedo afirmar que el peronismo atraviesa una larga crisis que lleva varias décadas y que algunos localizan en el 1 de julio del 74, con la muerte de Perón”. La realidad, agrega Rouvier, es que “el peronismo hizo ejercicio de su péndulo con el fin de adaptarse al poder según las condiciones externas e internas. En ese sentido, Menem y los Kirchner son expresiones de un peronismo que navega por izquierda o por derecha”.
Asesora de imagen personal, institucional y pública, la consultora Daniela Aruj considera que las coyunturas no son comparables entre la década del 80 y la actualidad. “Así como no hay dos campañas electorales iguales, tampoco hay dos momentos históricos comparables”. Empero, admite que “el peronismo en este momento está viviendo una de las crisis más fuertes de su historia”, pero recuerda que “de esta crisis también pueden surgir las oportunidades”.
Rouvier por su parte tiene verificado que “el peronismo, sobre todo el PJ, sigue viviendo una separación con la sociedad que se va profundizando; a medida que se producen los cambios generacionales, la sociedad argentina se ubica más lejos de la historia y del presente del justicialismo”.
Sigue siendo una opción electoral, admite sin embargo, pero lo es “en la medida que todo el resto del espectro político está en crisis. El peronismo sobrevive en una sociedad cada vez más descreída de la política”.
¿Cristina complica más la reconstrucción del peronismo? Aruj no tiene dudas de que es así: “Cristina es lo mejor y lo peor del peronismo actual -remarca-. Ella es la única que puede traccionar voto propio significativo, pero a su vez no alcanza; es significativo, pero no representativo”. En ese contexto, “cada vez que Cristina aparece en escena, aleja la reconstrucción e inhibe nuevos liderazgos”.
Fara coincide en la complicación que implica la permanencia de Cristina. “Ella es la peronista más conocida y con mayor cantidad de votos, además de que su núcleo es muy fuerte”, sostiene, y advierte que la ex mandataria “es más que los votos que sacó en la provincia de Buenos Aires. Es la peronista que hoy tendría más votos en una elección presidencial, aunque difícilmente volvería a ser presidenta por el rechazo en una segunda vuelta. Y además, no tiene liderazgo alternativo”.
“Es indudable que CFK concentra dos fuerzas, una positiva y otra negativa. La positiva es que es la dirigente de mejor proyección electoral en todo el panperonismo. La negativa es que con eso no le alcanza para prescindir del otro peronismo que, a su vez, la da por terminada como dirigente”, razona Rouvier, para quien “esta es la encrucijada de difícil resolución. El peronismo está más cerca de consolidar su ruptura que de la unidad. Esta ruptura va a incluir lo territorial y las cámaras legislativas”.
En este contexto se ha dado que en la negociación de la reforma laboral, un dirigente cegetista le planteó a su interlocutor del gobierno que tenían claro que esa relación seguiría por seis años. Esto es, dando por descontada una reelección de Macri.
Para Carlos Fara la gran mayoría del peronismo ya asumió que en 2019 seguirán fuera del poder. Aruj estima que más allá de que lo asuman o no los peronistas, “2019 no parece, a priori, ser el año de las oportunidades para el movimiento”. Rouvier cree que “una parte de la dirigencia peronista considera que el turno de 2019 es de Cambiemos”, aunque “otros tienen un vaticinio diferente, pero éste incluye un acontecimiento interviniente... y es el naufragio económico-social del gobierno de Macri. Los que lo vaticinan creen imaginariamente que esto los beneficiará”.
Pensando en la renovación partidaria, Rouvier no tiene dudas de que hay dirigentes nuevos que pueden aportar en ese sentido. “Algunos son gobernadores que han llegado superando el aparato tradicional. Pero, igual aún son pocos, con poca experiencia y están muy divididos. La unidad llevará tiempo, por otra parte la buena relación de las provincias con el gobierno central demora la urgencia opositora”, admite.
“Sin dudas los hay, pero no tienen posicionamiento ni estrategia para llegar a tener una opción en todo el territorio nacional”, advierte Daniela Aruj, mientras que Fara es más crudo: “Hay muy pocos. Urtubey perdió su oportunidad por ahora. Uñac es el que mejor pinta para liderar ese proceso. Es joven, tiene un discurso adecuado para la circunstancia, ganó muy bien en su provincia, puede ser un buen perfil para la clase media, y está encarando una actitud renovadora. El resto de los gobernadores está lejos para esa tarea. Randazzo quedó desdibujado, y Massa habrá que ver si vuelve al PJ”.
Para Fara, Massa y Randazzo no tendrán un rol central en una eventual reconstrucción del peronismo. El los ve, sí, como “invitados especiales a una gran mesa de la liga de gobernadores”. Empero, les asigna “alguna llave para que la liga renovadora ponga un pie en el territorio más grande del país, y en el que tendrán más dificultades, porque además Cristina ejercerá una resistencia política importante”.
Rouvier también les otorga a ambos un rol bonaerense. “Podrían ser la cabecera de playa en la provincia que necesita el peronismo no K del interior”, señala.
¿El kirchnerismo se diluye irremediablemente? “Ya se diluyó y quedó resumido a unos pocos dirigentes con más nostalgia que oportunidades”, analiza la consultora Aruj. Para ella, el peronismo “tiene la oportunidad de renacer en una fuerza de oposición más parecida a Cambiemos con justicia social que al kirchnerismo”.
Si bien Rouvier considera que “el kirchnerismo está en crisis”, recuerda que “es el sector del peronismo más compacto y con menos fisuras. Alcanzó el 22% de los votos del total país, la cifra más alta del peronismo”. Pero “tiene un problema político a resolver y es que debe encontrar una estrategia que supere lo catastrófico, y sumarse a la utilización democrática en la lucha parlamentaria. Debe pasar de lo iconoclasta a la propuesta estratégica”.
Para Fara, “tarde o temprano” se va a diluir. Pero aclara que “una cosa es la dirigencia y otra los votos... Ojo que mucho público de clase baja peronista sigue sin ver otra opción que Cristina”.
“Si no somos capaces de sentarnos todos, sin excepción, sin exclusiones de ningún tipo, los que tengan representatividad territorial o política, presidentes de bloques legislativos y sobre todo hablando con los compañeros para persuadirlos de la necesidad de su participación, que nadie tema ser perseguido y que si lo es, todos lo defenderemos,tendremos neoliberalismo para rato”. Esta última frase no es de ninguno de los analistas consultados, sino de la última carta de Julio De Vido en la que analizó la reconstrucción del peronismo... desde la cárcel donde está. Nada más crudo que eso.