
Con el triunfo de La Libertad Avanza en las elecciones legislativas, el Presidente ratifica su agenda que contempla privatizaciones, reforma labora y previsional, privatizaciones y suba de tarifas.
El inesperado y contundente triunfo de la La Libertad Avanza (LLA) que consiguió este domingo el 40,7% de los votos, generó una ola de optimismo en los mercados financieros: el dólar bajó y se ubicó en $ 1.460, mientras las acciones tuvieron subas de hasta el 40% en Nueva York y los bonos soberanos registraron alzas de mas del 20% que hicieron caer el riesgo país a 652 puntos básicos, cuando el viernes había cerrado en 1.082. Asi, la victoria del oficialismo no sólo se tradujo en un respaldo masivo en las urnas, sino que, a tan solo un día, provocó una reacción bursátil y cambiaria que hacia tiempo no se veía.
El día comenzó con el dólar cayendo con fuerza y en las primeras horas de la mañana el tipo de cambio oficial arrancó en las pizarras del Banco Nación a $1370, equivalente a una caída de $145 frente al cierre del viernes (-9,5%). Sin embargo, con el correr de las horas, la tendencia se moderó y finalmente cerró a $1460, una baja de $55 (-3,6%). A modo de comparación, el viernes había terminado en $1515, uno de los valores nominales más alto desde que Javier Milei es presidente.
Mientras tanto, las acciones argentinas que cotizan en Nueva York y los ADR de bancos y empresas locales escalaron hasta un 48 %, mientras que los bonos soberanos se dispararon hasta un 24%, consolidando un escenario de “mercados que respiran” y un renovado voto de confianza a la política económica. La suba de los bonos hizo bajar el riesgo país que termino en 652 puntos básicos, cuando el viernes había alcanzado los 1.082.
El resultado electoral, más allá de lo numérico, representa una ratificación de la agenda impulsada por el presidente Javier Milei: reformas estructurales, recorte del gasto público, liberalización económica y disciplina fiscal. Esa ratificación se tradujo en un pase de confianza de los inversores, que observaban expectantes el grado de respaldo político que obtendría el oficialismo tras un año de fuertes tensiones sociales y ajustes.
Sin embargo, el entusiasmo no garantiza un camino llano. Pese al porcentaje histórico, el oficialismo no logra mayoría absoluta en ambas cámaras, por lo que la construcción de consensos será indispensable. Los mercados descuentan parte de la agenda de reformas y saben que cualquier señal de bloqueo político o demoras legislativas podría revertir rápidamente la euforia.
El salto bursátil y la caída del riesgo país abren, de todos modos, una ventana para reactivar el financiamiento externo. Analistas señalan que, si el Gobierno logra consolidar el orden fiscal, podría volver a emitir deuda a tasas más bajas y con plazos más largos. Pero ese escenario exige estabilidad política y claridad en las reglas.
Para el ciudadano común, el impacto más visible está en la expectativa de un alivio sobre los precios relativos. La baja del dólar podría atenuar la presión sobre algunos bienes importados, aunque la inflación sigue siendo el problema estructural de fondo., si bien ha sido controlada por el Gobierno. El mercado, por ahora, celebra la estabilidad nominal; el desafío será que esa mejora se traduzca en alivio real.
La victoria de LLA también envía una señal al exterior: Argentina podría retomar una senda de normalización macroeconómica. Si ese impulso se traduce en hechos —más inversiones, nuevas licitaciones, mayor flujo de divisas— el efecto podría sostenerse. Pero la volatilidad política y la fragilidad social siguen siendo los principales riesgos de corto plazo. El Gobierno deberá confirmar con sus acciones de los próximos días el liderazgo que emergió de los resultados de este domingo 26 de octubre.
En el plano político, Milei emerge fortalecido. El voto del 40,7 % le otorga un mandato más sólido para avanzar con su programa, pero también una mayor responsabilidad: deberá demostrar que puede aplicar sus reformas sin generar desbordes sociales ni fracturas internas. La gobernabilidad será tan determinante como el éxito de la política económica.
Los inversores hoy compran expectativas; mañana exigirán resultados. No basta con ganar elecciones: hay que administrar las expectativas del mercado y las del votante al mismo tiempo. La reacción del lunes muestra que los mercados depositaron su confianza temprano, pero esa confianza tiene fecha de vencimiento.
En la agenda inmediata del Gobierno aparecen tres ejes que marcarán el pulso político y económico del nuevo ciclo: privatizaciones, reformas y tarifas. El equipo económico ya trabaja en un esquema de privatización parcial o total de empresas estatales —entre ellas Aerolíneas Argentinas, AySA y los medios públicos— con el objetivo de reducir el gasto y enviar una señal fiscal fuerte.
En paralelo, avanzan los borradores de tres reformas clave: la laboral, para flexibilizar contrataciones y reducir litigios; la previsional, con cambios en la edad jubilatoria, y la tributaria que buscara una simplificación en el esquema impositivo.
Además, el Gobierno planea retomar el sendero de sinceramiento tarifario, con aumentos graduales en servicios públicos —luz, gas, agua y transporte— a partir de noviembre, con el argumento de que los subsidios son insostenibles. La Casa Rosada busca así consolidar el equilibrio fiscal primario antes de fin de año y enviar una señal al Fondo Monetario Internacional de que las metas se mantienen inalteradas pese al contexto electoral.
En definitiva, el 26 de octubre quedará como una fecha bisagra dentro de la gestión de Javier Milei. El voto del 40,7 % para La Libertad Avanza marca un cambio en la correlación de fuerzas políticas y abre una etapa donde la legitimidad política y la disciplina económica se entrelazan. Dólar en baja, riesgo país cayendo y acciones en alza reflejan un escenario inusual de optimismo. Ahora resta saber si ese optimismo se transforma en resultados tangibles para la economía real.
La responsabilidad del Gobierno es grande, el entusiasmo de los mercados también. Y aunque nada está asegurado, la señal es clara: por ahora, los mercados aplauden.