En el último año, el consumo de la sustancia, cuyo nombre original es 2CB, no detiene su marcha entre los consumidores. Se consigue fácilmente y confían ciegamente en su pureza.
En las calles, escuelas o fiestas electrónicas, el consumo de la droga "tuci" no para de sumar consumidores. Un estudio de una organización que lucha contra las adicciones sostiene que en el último año, el consumo se triplicó en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano, aunque también avanzó en las grandes ciudades del país.¿Por qué la buscan? Los expertos indican que cada dosis tiene un enorme impacto, se produce en laboratorios locales y, lo más importante, es una sustancia "inalterable", así que al comprarla confían en su pureza. Lo cierto es que está haciendo estragos, con ingresos en guardias hospitalarias, problemas letales en la salud y una elevada mortalidad.
"El nombre original es 2C-B, también conocido como nexus, tucib" o directamente la droga rosa. Pero los consumidores locales hace rato la llaman simplemente tuci. Se trata de una pastilla sintética que mezcla efectos alucinógenos con sensaciones estimulantes, y que en los últimos años fue ganando terreno en el mercado local, de la mano de la moda importada desde Europa. Ingresó por Bolivia pero pronto comenzó a producirse de manera local", contó Claudio Izaguirre, titular de la Asociación Antidrogas de la República Argentina, a cargo del relevamiento sobre el crecimiento exponencial del consumo de la sustancia en la zona del AMBA. "Lamentablemente, la noticia es que se triplicó", dijo.
El tuci no es nuevo: fue creado en los años 70 por un químico estadounidense y en un principio se utilizaba incluso en sesiones terapéuticas. Pero con el paso del tiempo pasó a ser una droga recreativa, muy buscada en los boliches de música electrónica. En Argentina, según admiten los propios investigadores, se detecta un crecimiento en su consumo sobre todo en grandes ciudades.
"Lo que la hace diferente es que no pega tan fuerte como el LSD, ni acelera tanto como el éxtasis. Es como un punto intermedio. Ves luces más intensas, los sonidos se sienten distintos y todo parece más divertido", contó a Diario Popular un joven de 24 años que suele consumirla en fiestas privadas.
El precio es otra de las claves de su expansión. Mientras una pastilla de éxtasis puede costar entre 15 y 25 mil pesos, el tuci se consigue a partir de los 8 mil y en ocasiones incluso menos, lo que la vuelve más accesible para sectores juveniles que antes solo podían aspirar a drogas más baratas como el alcohol, la marihuana o la cocaína. En el mercado negro circula en pastillas de colores llamativos, con dibujos o logotipos que atraen la atención y que, según la policía, se producen en laboratorios clandestinos del conurbano o se importan de forma ilegal desde Bolivia, Paraguay y Brasil.
Izaguirre advierte que el tuci no es tan "inocente" como algunos creen. "Genera taquicardia, aumento de la presión arterial y puede producir ataques de ansiedad o paranoia. El problema es que muchos la venden como una droga liviana, cuando en realidad tiene riesgos serios, sobre todo en personas con problemas cardíacos o antecedentes psiquiátricos", explicó el especialista.
El consumo suele darse en contextos grupales, con música fuerte, luces y largas horas de baile. Los efectos duran entre cuatro y seis horas, y los usuarios aseguran que la resaca no es tan dura como con otras drogas. Sin embargo, los servicios de emergencias no paran de intervenir en casos de intoxicación, especialmente por mezclas con alcohol o cocaína. "Antes los consumidores tenían que salir a buscarla, ahora te la mandan por mensajero como si fuera una pizza", graficó Izaguirre, precisando que "el tuci tiene mucho éxito también porque la receta es inalterable, entonces confían en la pastilla".