Las autoridades tomaron una decisión tras el escándalo en Mendoza

La medida se interpreta como una respuesta tácita a la jugada que generó la indignación de todo Temperley. A los 36 minutos del segundo tiempo, y con el marcador 1 a 0 a favor, Franco Ayunta marcó un gol lícito que hubiera significado el 2 a 0. Pero la acción fue invalidada por el asistente Saconne, en una decisión que contrasta con las recomendaciones que la propia DNA les da a los líneas: en caso de duda, no levantar la bandera. Ayunta había recibido habilitado tras una recuperación de Federico Milo, y su definición cruzada fue impecable, pero la jugada quedó anulada ante el asombro general.

No fue la única intervención polémica del árbitro cordobés. Monson Brizuela ya había quedado bajo la lupa este año cuando, como responsable del VAR, omitió advertir un error de Pablo Dóvalo al sancionar un penal inexistente para Rosario Central frente a Godoy Cruz, en el arranque del Torneo Clausura de la Liga Profesional.

En Mendoza, Temperley debió sostener el resultado con dos jugadores menos. Primero fue expulsado Luciano Nieto y luego Fernando Brandán, autor del único tanto del encuentro, ya estando en el banco tras ser reemplazado. El contexto fue áspero, cargado de decisiones dudosas, y el clima en el banco visitante se tensó aún más tras el gol anulado, en medio de protestas y gestos de incredulidad.

Aunque no hubo declaraciones oficiales por parte del club ni del cuerpo técnico, la ausencia de Monson Brizuela y Saconne en la siguiente jornada se vivió como una señal implícita de que algo falló. El traspié arbitral tuvo consecuencias visibles, aunque mínimas, en un torneo en el que los errores se acumulan y rara vez se reconocen públicamente.

La jugada en Mendoza, que pudo haber definido el partido mucho antes del final, quedó como una mancha difícil de borrar. Esta vez, al menos, la terna arbitral no volverá a estar en cancha, al menos por una fecha.