A nivel comunitario, es clave desarrollar un espíritu colectivo fuerte para poder hacer frente a la pandemia y para enfrentar las amenazas futuras.

Si algo aprendimos de este 2020, es de la importancia de las relaciones con los demás y de los afectos. Es que la pandemia puso a prueba nuestra esencia como seres sociales. Como bien sabemos, el virus se pasa de persona a persona y nos convierte en sus vectores. Para protegernos de él debimos distanciarnos físicamente. Pero esto no debe confundirnos; como comunidad, debemos estar más unidos que nunca. Este año aprendimos que nuestro destino está ligado al destino colectivo. Necesitamos de los demás para nuestra supervivencia.

Por eso, una palabra que ganó cada vez más protagonismo este año es empatía, esa capacidad de comprender y compartir las emociones de las personas. Así, la empatía nos permite pensarnos como un todo social que necesita de los demás, de todos y cada uno, para salir adelante. Por el contrario, la fragmentación social, el "sálvese quien pueda", nos lleva definitivamente al desastre. Lo mismo sucede con la grieta, que nos hace menos inteligentes y más pobres. No podremos resolver ninguno de los problemas urgentes que hoy sufrimos convirtiendo todo en una lucha de facciones.

A lo largo de la historia, las epidemias han llevado a grandes cambios sociales. El virus está reconfigurando las relaciones de las sociedades con sus gobiernos, con la ciencia, con la tecnología, con el ambiente, con el mundo exterior. A nivel comunitario, es clave desarrollar un espíritu colectivo fuerte para poder hacer frente a la pandemia y para enfrentar las amenazas futuras. Lejos de volvernos menos comunitarios como especie, nuestro valor real como seres humanos se da en la responsabilidad y el compromiso solidario de cada uno con los demás. En este sentido, la empatía puede ayudarnos a cambiar tanto el pequeño contexto cotidiano como el destino de una sociedad. Entonces, debemos trabajar por promover un sentido común de propósito y un espíritu de cooperación que conduzca a un nivel más alto de integración.

Sabemos que estamos atravesando tiempos muy difíciles. Tenemos muchos desafíos por delante. Nuestra obligación más urgente es dejar de lado las diferencias para decidir qué país queremos construir y hacerlo a partir de una estrategia común de los diversos actores, con debates y acuerdos básicos. Acabar con las desigualdades y desarrollarnos debe ser nuestro propósito. Necesitamos terminar con las divisiones de una vez por todas y lograr un consenso que impulse el plan para lograrlo. Debemos construir un país en el que lo que restrinjamos sean las imposibilidades para vivir un presente y proyectar un futuro de desarrollo y realizaciones. Este es mi deseo para el próximo año. iMuchas felicidades para todos!

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