Los procesos de la memoria explican cómo podemos recordar más comúnmente una cara e, incluso, otros detalles de la persona, mientras que nos resulta tan difícil recordar su nombre. Para acordarnos hechos pasados, por lo general, formamos una especie de foto en la que unimos distintos elementos del contexto. Por ejemplo, si intentamos pensar en una cena de la semana pasada en la que participamos, probablemente debamos configurar nuestra imagen sentados a la mesa frente al plato de comida, tratamos de recordar también si estábamos solos o con otras personas, cuál fue el menú o cómo era la decoración del lugar donde se realizó la comida. El recuerdo de un aspecto sirve como clave para recordar los otros. Así se generan en nuestra mente imágenes aisladas como fotogramas y no imágenes completas como una película. Mediante múltiples asociaciones se llenan los espacios vacíos.

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La memoria es algo sumamente complejo para el procesamiento cerebral. Durante el sistema de recuperación de recuerdos el cerebro lleva a cabo sofisticadas maniobras: una de ellas es tomar atajos para así lograr reconstruir la escena más probable del recuerdo. Si pensamos que nuestras memorias se construyen y facilitan por asociaciones, entenderemos por qué es tan difícil recordar los nombres de las personas. Supongamos que nos encontramos con Marcos el domingo pasado en la cancha de fútbol, recordamos que él tiene un hijo que fue al colegio con el nuestro y que estudia arquitectura, la misma carrera que nosotros comenzamos y abandonamos cuando teníamos su edad. Con solo recordar uno de estos detalles, iremos llegando a los otros por asociación. El problema de los nombres es justamente que, a diferencia de los puntos de información antes mencionados, son normalmente arbitrarios para nuestra memoria y no se encuentran directamente asociados con otros datos almacenados en nuestro cerebro. Salvo que hagamos explícita esta asociación “se llama Marcos igual que mi tío”. Así, no hay nada en Marcos que pueda darnos información certera acerca de su nombre ni inhibir otros posibles.

A medida que avanzamos en edad, los nombres son uno de los primeros aspectos con los que empezamos a notar las típicas fallas de la memoria. Sin embargo, podemos usar algunos trucos o estrategias para recordar mejor los nombres, como armar rimas de los nombres relacionándolos con objetos, repetir el nombre de la persona en voz alta varias veces o asociar el nombre de esta persona con el de algún famoso, familiar o amigo más recurrente. Estas dificultades resultan bastantes comunes así que no tenemos que ponernos colorados si el nombre de la persona no nos logra salir de la punta de la lengua.

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