La caída histórica de la natalidad en Argentina impacta de lleno en el sistema educativo: desde 2014 nacen un 42% menos de niños y cada vez más salitas de jardín cierran sus puertas.
En Mendoza, un jardín privado en Godoy Cruz bajó sus persianas este año por falta de matrícula. En Buenos Aires, una salita de San Isidro que en 2018 recibía 80 chicos hoy apenas contó con 20 inscriptos. En Tierra del Fuego, la sala de 4 de una institución histórica cerró por primera vez en cuatro décadas.
No son casos aislados: según datos oficiales, entre 2014 y 2022 la cantidad de nacimientos en Argentina cayó un 42%, lo que se traduce en menos niños y en una ola silenciosa de cierres en el nivel inicial. Desde el Norte hasta el Sur del país, este patrón se ve sin interrupción y con innegable claridad.
Estimaciones oficiales, revelan que al final del presente año, el la Ciudad de Buenos Aires, la matrícula de Jardín de Infantes será el 34% menor a la cantidad de niños y niñas registrados en 2019. Además, en 2028 la matrícula de la educación primaria porteña caería el 25% en comparación con el mismo año.
Entre 2014 y 2022, los nacimientos descendieron de 43.716 a 24.690 en la Ciudad de Buenos Aires, con un patrón que se repite en casi todas las provincias. Expertos en demografía advierten que se trata de un fenómeno inédito por su velocidad. La teoría de la transición demográfica no alcanza para explicarlo: además de factores estructurales, intervienen cuestiones culturales, económicas y sociales.
El sociólogo Rafael Rofman explica: “La pirámide habitacional de Malthus se está invirtiendo: menos niños, más adultos mayores. Esto impacta en la producción y el equilibrio intergeneracional. En otras palabras, los niños generan más futuro que los viejos, y cuando faltan, el sistema se desequilibra”. Odisea demográfica: Tendencias demográficas en Argentina: insumos claves para el diseño del bienestar social (2022 -CIPPEC -Unicef- UNFPA)
La Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), aprobada en 2020, es parte de este escenario. Según el Ministerio de Salud, la cantidad de abortos legales realizados ha sido significativa, en paralelo con un acceso ampliado a métodos anticonceptivos de larga duración como el implante subdérmico.
La ginecóloga Mariana Mazzeo aporta: “Hoy muchas mujeres priorizan el ejercicio de su autonomía. La sexualidad ya no está necesariamente ligada a la reproducción, sino también al deseo, al placer y a proyectos de vida que no incluyen hijos”. (La fecundidad en la Ciudad de Buenos Aires a partir del 2010: ¿Se redujeron los nacimientos y se postergó la edad al 1 hijo? Revista Población de Buenos Aires, Año 2023, N° 32.
El descenso de la maternidad adolescente es un dato clave: se redujo más de un 50% en la última década, una buena noticia desde el punto de vista de derechos, aunque que también explica parte de la caída de la natalidad.
La baja de matrícula afecta de manera desigual a las provincias. En el Norte se redujo en promedio un 30%, mientras que en la Patagonia y CABA el descenso supera el 40%. En la provincia de Buenos Aires, las proyecciones oficiales anticipan que para 2025 habrá un 34% menos de niños en jardines que en 2019.
Los distritos más pobres sienten el golpe de manera más fuerte: en la zona sur de la Ciudad, la caída de nacimientos en la última década fue del 52%, mucho mayor que en la zona norte (30%). En la práctica, esto significa aulas vacías, docentes sin cargo y comunidades enteras sin el espacio de socialización que significaban los jardines.
Más allá de las cifras, el fenómeno interpela los modos de vida actuales. El tamaño de la familia argentina cambió: cada vez más parejas eligen tener un solo hijo o directamente no tenerlos. “Las personas priorizan su desarrollo personal, los estudios, los viajes, la estabilidad económica. La maternidad y paternidad ya no son un destino inevitable”, señala la investigadora Ana Cabella.
Por otra parte, desde hace décadas la sexualidad se concibe tanto reproductiva como recreativa. Y ello no genera la obligación de tener hijos, ni ningún sentimiento negativo por no tenerlos.
Decir que menos niños implican solo un problema demográfico sería subestimar lo que ocurre: es un cambio profundo en cómo las familias perciben la maternidad, la paternidad, los proyectos de vida; en cómo la economía del hogar escoge prioridades, y en cómo el Estado distribuye los recursos.
Frente a la caída de la natalidad, es necesario establecer una política pública integral que contemple no solo subvenciones o infraestructura, sino incentivos para familias, apoyo a jardines barriales, equilibrio territorial en la oferta educativa, y reconocimiento del valor social de estos espacios.
Pensar este fenómeno exige mirarlo en desde la intersubjetividad: ¿Qué futuro queremos? ¿Cómo equilibrar la libertad individual con la necesidad colectiva de renovar generaciones?
El cierre de jardines es, en el fondo, un espejo, de los cambios más profundos que atraviesa la sociedad argentina: la redefinición de la familia, el valor del tiempo, la relación con la vida y el futuro.
Fuentes: Gobierno Nacional, Gobierno CABA, provincias. Publicaciones citadas.