Pedro Opeka es el sacerdote argentino nominado al premio Nobel de la Paz que, luego de ordenarse cura, fue nombrado responsable de una parroquia rural en el sureste de Madagascar, donde se destacó por su amplia labor humanitaria.
El sacerdote argentino, quien ya había sido candidato en 2012 para el mismo premio, competirá con la Organización Mundial de la Salud, la activista sueca Greta Thunberg, el opositor ruso Alekséi Navalny y el movimiento Black Lives Matter.
La candidatura de Opeka fue anunciada por Janez Jansa, el primer ministro de Eslovenia, país de origen de sus padres. El mandatario esloveno destacó del sacerdote su voluntad por "ayudar a las personas que viven en condiciones espantosas”.
El cura argentino nació en la localidad bonaerense de San Martín en 1948, cursó el seminario en San Miguel y estudió en Europa, antes de llegar a la la isla africana de Madagascar, en el Océano Índico, en 1976. En 1989 impulsó la ONG Akamasoa o "Buen Amigo", por la que se crearon cuatro mil viviendas, un hospital y educó a unos 13 mil jóvenes que vivían entre la basura en las calles de Antananarivo, capital de la antigua colonia francesa.
Opeka fue compañero en sus estudios de teología de Jorge Bergoglio, a quien reencontró ya convertido en el Papa Francisco, cuando este visitó la isla en el 2019.
Al contar cómo fueron sus comienzos para integrarse con la población humilde de Madagascar, recordó a la prensa una anécdota futbolera: "Me metí a jugar al fútbol con la gente. Los domingos después de misa me venían a buscar para llevarme a la cancha. Y jugaba con ellos. Eso los sorprendió muchísimo. ¿Qué hacía un blanco jugando con un negro?, se preguntaban. Ahí nació una nueva imagen: corriendo estábamos de igual a igual, con las mismas chances. Y hasta me convertí en goleador del equipo", rememoró.