Antes de la práctica, en pleno vestuario, se trenzaron de manera violenta Orión y Ledesma. El arquero increpó duramente al volante por acusarlo de informante de la prensa y de allí, sin más trámite, pasaron directamente a los golpes.

Boca no tiene paz, está claro. A su prolongada crisis futbolística, que data de hace casi dos años, volvió a sumarle una interna feroz, que ayer tuvo su momento cumbre en un pico de violencia, cuando el arquero Agustín Orión y el volante Pablo Ledesma se tomaron a las piñas en pleno vestuario, minutos antes de que se llevara a cabo la práctica del día viernes.

Estaba claro que las declaraciones del cordobés luego del triunfo ante Olimpo no iban a quedar ahí nomás, porque más allá de que culpó a la prensa, como suele suceder, dejó abierta la puerta a la existencia de un "informante" desde las entrañas del vestuario -apuntando de manera indirecta al arquero titular del xeneize-, por decir que con "Falcioni sabíamos a que jugábamos y con Bianchi no sabemos".

Ledesma había hablado de uno de los cuatro referentes que coincidieron con ambos técnicos, autoexcluyéndose inmediatamente, como así también exceptuando a su amigo Juan Román Riquelme y a Diego Rivero. Con lo que, de manera indirecta y sin nombrarlo, había dejado en el banquillo de acusados a Orión, el único al que no mencionó y que bancó siempre al ex entrenador.

Así las cosas, el tema era saber que ocurriría cuando el arquero se reincorporara al plantel xeneize, luego de viajar con la Selección para el amistoso con Rumania. Y lo que se temía, se potenció aún más por la reacción de Orión ni bien se enteró, al pisar suelo argentino, de las declaraciones de su "compañero", acusándolo de "alcahuete".

El entorno de Orión asegura que el arquero apenas conoció lo sucedido, quiso ir a buscar a Ledesma en plena madrugada, pero que lograron calmarlo y convencerlo de que esperara a reencontrarse con todos sus compañeros en la práctica.

Poco cambió la ecuación, porque Orión, aceleradísimo por los hechos, fue uno de los primeros en arribar al predio de Casa Amarilla, a las 15.15, cuando el entrenamiento estaba pautado para las 17, al grito de "acá se terminaron las amistades". Ledesma lo hizo cuarenta y cinco minutos después, y tal como cuentan, no alcanzó ni a saludar que Orión se le fue al humo para increparlo. De los gritos pasaron a los empujones, y de allí no pasó mucho tiempo para que pasaran a revolearse manos, donde el más perjudicado habría sido Ledesma. Tanto es así que la anunciada conferencia de prensa, donde iban a estar todos los jugadores, finalmente contó solamente con Riquelme y Bianchi, para evitar mostrar la mano derecha vendada del arquero y un ojo algo inflamado del volante.

Una acalorada reunión en el vestuario, que duró más de una hora, donde los jugadores se dijeron de todo, y un mano a mano de Orión con Riquelme a la vista de todos, completaron una tarde de furia, donde también se dieron otros hechos para redondear esta hecatombe que vive el ambiente xeneize. Tales los casos de ver a Bianchi hablando insólitamente por celular en medio de la práctica -nunca lo permitió a nadie por un tema disciplinario-, la llegada apurada del presidente Daniel Angelici y hasta la presencia de la barra, encabezada por Rafael Di Zeo, que llegó para informarse pero que no tomó parte del asunto.

En fin, un caos, que deja a Boca en llamas, profundizando su crisis.

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