Los vasos comunicantes entre De Narváez y el sciolismo hacían pensar desde hace tiempo en el entendimiento que finalmente acaba de confirmarse. Sospechas sobre su papel en armados opositores.

En su reaparición pública tras desaparecer de escena luego de bajar su precandidatura como gobernador del massismo, Francisco de Narváez confirmó ayer lo que desde hace tiempo se presumía, en función de las vueltas que durante su carrera política dio en materia electoral. Si bien pudo sorprender el anuncio de su voto favorable a Daniel Scioli el próximo domingo, hacía rato que se sospechaba del acercamiento del "Colorado" sino al oficialismo, al menos al sciolismo.

Si bien están muy fresco el recuerdo de las fuertes críticas que le dedicaba De Narváez a quien ahora dice que votará, no están tan lejos algunas señales emitidas oportunamente hacia La Plata y, sobre todo, lazos comunicantes establecidos desde hace mucho tiempo.

Se entiende más claramente ahora la postura irreductible de Mauricio Macri, quien se negó terminantemente a acordar con De Narváez para estas elecciones, reeditando el exitoso entendimiento de las legislativas de 2009, cuando con la participación también de Felipe Solá, derrotaron juntos nada menos que a la lista bonaerense encabezada por Néstor Kirchner, en la que figuraban además figuras tales como Daniel Scioli y el entonces kirchnerista Sergio Massa.

Ese acuerdo terminó mal, con sus tres referentes peleados. Buena parte de la responsabilidad le cupo al propio Francisco de Narváez, que se ensoberbeció a partir del resultado y comenzó a soñar ya no con presentarse para gobernador en la elección venidera, sino para presidente, a pesar de ser colombiano. Para cuando entró en razones, ya era tarde para recomponer la relación con sus otrora aliados.

Tan mal quedó la relación, que en 2011 De Narváez tuvo que apelar a los radicales para reflotar sus aspiraciones para la gobernación. Fue una suerte de contraprestación de servicios: él necesitaba un candidato presidencial de envergadura, porque con una boleta corta no tenía chances en la Provincia, y Ricardo Alfonsín -el candidato presidencial del partido centenario- un candidato de peso para presentar en el principal distrito del país. "Ella o vos", era el eslogan con el que el Colorado buscó confrontar con Cristina, que sin embargo llegó a la reelección potenciada por su condición de viuda y un boom de consumo que la llevó a ella al recordado 54%, y a sus contendores al subsuelo electoral. Fue un fracaso costoso para el candidato a gobernador que dos años antes era número puesto para la Provincia.

Pero hay un dato clave que no debe pasar desapercibido en esa elección. Para la misma, Francisco de Narváez había anudado un entendimiento con José "Pepe" Scioli, el hermano del mismísimo gobernador bonaerense, al que el Colorado enfrentó precisamente en esa elección. "Pepe" Scioli había sido hasta poco tiempo atrás secretario general de la gobernación de su hermano, y para la elección de 2011 De Narváez logró que sus socios radicales lo aceptaran como candidato a senador nacional. Pero tan mal les fue que el Frente Amplio Progresista resultó segundo y se quedó con la senaduría por la minoría. De no haber sucedido así, hoy el oficialismo contaría con las tres bancas bonaerenses en el Senado.

El hermano del gobernador volvió al redil bonaerense, lo que hizo más sospechoso ese acuerdo con De Narváez, que en 2013 volvió a negociar con el macrismo, pero al fracasar el entendimiento terminó anudando una alianza puramente peronista con José Manuel de la Sota y Hugo Moyano. Mas al irrumpir el fenómeno Massa no hubo lugar para un tercero y la lista de De Narváez se diluyó en las urnas. Solo pudo meter dos diputados -él era uno- y quedó relegado su mano derecha, Gustavo Ferrari, ubicado en el cuarto lugar de la lista.

Tras el nuevo fracaso electoral, trascendieron contactos entre el denarvaísmo y la gobernación bonaerense, según los cuales De Narváez asumiría como ministro de Seguridad, en reemplazo de Alejandro Granados, quien volvería a la intendencia de Ezeiza. La movida hacía presumir que De Narváez buscaría convertirse dos años después en el candidato a suceder a Scioli en la gobernación, pero las negociaciones fueron finalmente desmentidas. Aunque sin dudas existieron, pues Gustavo Ferrari fue designado asesor General del gobierno de Scioli, nada menos. No fue el único: a los pocos meses otro narvaísta, el diputado provincial Fernando Rozas, asumió como adjunto en la Fiscalía de Estado.

Para muchos quedó claro que el rechazo del colombiano al kirchnerismo no incluía al sciolismo.

Con todo, Francisco de Narváez se mantuvo dentro de la oposición y cuando el proyecto presidencial de Mauricio Macri necesitó de un buen candidato a gobernador bonaerense, allí estuvo él ofreciéndose como alternativa, pero el jefe de Gobierno porteño lo rechazó una y otra vez, aduciendo razones personales. Terminó desembarcando en el massismo en calidad de aliado, convirtiéndose en el sexto candidato del Frente Renovador y rápidamente en el preferido de Sergio Massa, sobre todo por su disposición a financiar la campaña. El primero en bajarse ante su llegada fue Felipe Solá, que terminó siendo el candidato a gobernador cuando De Narváez se bajó aduciendo que tenía que haber un acuerdo con el PRO.

En el ínterin, cuando De Narváez era el candidato que mejor medía, se especulaba con la conveniencia de que terminara siendo el candidato a gobernador de Macri, quien no obstante mantuvo su veto. Compartido por la dirigencia de su espacio, desde donde por ejemplo Patricia Bullrich deslizaba a fines de mayo pasado el pensamiento de muchos: "Nosotros no sabemos si De Narváez no es una estrategia de Scioli finalmente".

Mientras el Colorado confirmaba el destino de su voto, su hombre de confianza, Gustavo Ferrari, era número puesto al frente de la Agencia Federal de Inteligencia, si gana Scioli. Para muchos, una certificación de las sospechas.

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