Propone que, a cambio de una cifra menor al de un viaje en taxi, pasajeros y conductores particulares compartan el traslado. Los choferes deberán ser habilitados. Y perciben una cifra a cambio del viaje.
La idea es sencilla, revolucionaria: una aplicación propone que los conductores que viajan en autos por la ciudad y puedan llevar gente, lo hagan. Que, a través de Uber, la empresa que busca desembarcar en Buenos Aires —y sacude el status quo de los taxis y remises—, pasajeros y conductores se encuentren y a cambio de un monto menor al de un viaje en taxi, se trasladen juntos.

Uber nació en San Francisco. Sus creadores pensaron en algo que cambiara la forma de moverse en las ciudades, ya sean grandes o pequeñas. La aplicación se expandió por todo el mundo: hoy, se usa en más de 400 ciudades y 68 países, entre los que están Uruguay, Chile, Perú y Brasil. En cada uno de esos lugares, antes de empezar a implementarse, hubo conflictos: los taxistas, principales perjudicados, se opusieron.

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La guerra entre taxistas y conductores de Uber es asimétrica. Uber permite que un conductor privado, sin licencia de taxi, pueda llevar pasajeros y cobrarles una cifra más baja al de los autos negros y amarillos. Justamente, el gremio de los taxistas preparan un paro en Buenos Aires: se quejan de que la competencia no es pareja.

El gran problema son los pocos requisitos que les piden a quienes pretendan inscribirse como "conductores habilitados" y poder cobrar por los viajes:

1- Licencia de conducir vigente y ser mayor de 21 años
2- Cédula verde, azul o blanca, según corresponda.
3- Oblea de seguro automotor obligatorio
4-Certificado de antecedentes penales.

5-Tener un vehículo modelo 2009 en adelante, cuatro puertas, con espacio para valijas, aire acondicionado y excelentes condiciones generales.


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Los viajantes sólo precisan una tarjeta de crédito: Uber no funciona con efectivo, sino que cada viaje se abona con tarjeta. Además, los conductores serán puntuados: si los choferes tienen puntuaciones bajas, la aplicación los borra y no podrán seguir trabajando. Sí, trabajando: los conductores cobran un porcentaje del costo viaje, cuya cifra es estipulada por Uber y se ve en la aplicación antes de confirmar el pedido del auto.

En materia de seguridad, uno de los puntos más álgidos, la empresa tiene varias explicaciones. Una de ellas es que cada viaje está asegurado, ya sea para el pasajero o para el conductor. Otra, es la utilización del GPS: terceros podrán seguir el viaje por la aplicación para ver por dónde está el auto. Por último, Uber protege los números de teléfono, lo que impide la comunicación por fuera del traslado.

Todo esto podría significar un cambio de fondo en la movilidad porteña. Si Uber comienza a emplearse, se modificarían las costumbres de traslado en la ciudad. Los trasportes públicos podrían estar más vacíos, mientras que los taxis perderían parte de su clientela. Mientras tanto, casi en silencio, la empresa busca conductores en Buenos Aires.

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