Noriega, de Wilde, estaba en la popular con su hermano Valentín, de 12. Según publicó el diario Clarín, en el momento en que Tito empuja la pelota abajo del arco, se desvaneció. Se infartó, en el medio de la locura. Los hinchas lo ayudaron: llamaron a los socorristas, que acudieron rápidamente y lo llevaron al consultorio de emergencias que está cerca del estadio.
En la ambulancia, mientras iba al hospital Fiorito, volvió a infartarse, pero lograron reanimarlo. Una vez que llegó al hospital, en el shockroom, rodeado de especialistas, sufrió el tercer infarto: los médicos lo controlaron rápidamente. Lo estabilizaron.
"Él dice que muere por Racing y no mintió. Ahora le queda como trofeo el recuerdo de la camiseta con sangre que tenía puesta cuando se descompuso, pero gracias a Dios y a los médicos cuando se recupere volverá a la cancha, como debe ser", le dijo al periódico Maria Nidia, su mamá.
Hoy, con el joven recuperándose en la Clínica Urquiza, sus amigos se ríen: "Si a los 17 ya sufre así por Racing, ¡imagínate lo que va a ser a los 30!".