La estadística surge de un trabajo hecho por la Asociación Antidrogas de la República Argentina. Aproximadamente un millón de personas trabaja vendiendo estupefacientes en la zona metropolitana.

La preocupante situación con la venta de drogas al menudeo en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano, principalmente marihuana y cocaína, se sostiene con alrededor de 8.000 denominados bunkers o quioscos, donde en muchos casos las sustancias también se producen, de acuerdo a lo denunciado por la Asociación Antidrogas de la República Argentina.

En diálogo con Diario Popular, Claudio Izaguirre, especialista en adicciones y titular de la organización, también sostuvo que "aproximadamente un millón de personas trabaja vendiendo drogas en la zona metropolitana". "Tenemos un problema grave con los puntos de venta, porque en los barrios todos saben dónde están. Calculamos que son 8.000 los bunkers o quioscos para la venta de estupefacientes. Sobresale el comercio la marihuana y la cocaína, aunque también hay venta de pastillas, a pesar del drama acontecido recientemente en la fiesta electrónica Time Warp, que llenó de indignación y dolor a la opinión pública, aunque parece que nada cambia", dijo Izaguirre.

Además, desde la Asociación Antidrogas de la República Argentina se describió un esquema que incrementa la problemática de las adicciones con un sistema de salud que está colapsado para atender la demanda. 'En los barrios porteños y del Conurbano se naturalizó la venta de estupefacientes como método de supervivencia económica, que incluye hasta a menores de edad, atraídos por ingresos cotidianos de unos 1.000 pesos de piso', sostuvo Izaguirre.

Así, hay espacios donde el consumo ocurre directamente en la vía pública. 'Situaciones de estas características se observan de manera habitual, no sólo por la noche. Los consumidores ya no sólo ingieren las sustancias en sus casas o espacios cubiertos, desde hace rato se naturalizó el consumo en la vía pública', agregó. 'Lo saben quienes viajan en trenes, colectivos o subtes. También aquellos que van a pasar un rato a una plaza. Esto significa claramente que el problema de la cantidad de adictos o consumidores es mayor, pero también que aumentó exponencialmente el número de personas que trabajan vendiendo con absoluta impunidad. Nuestro mapa sostiene que son unos 8.000 espacios, que reclutan a un millón de personas', dijo el experto.

Para el especialista, que en diciembre anticipó la llegada al país de la droga Superman, cuyo consumo hizo estragos en la fiesta electrónica Time Warp, un evento realizado en el complejo Costa Salguero donde cinco jóvenes resultaron fallecidos por el consumo de la sustancia y otros debieron ser internados en gravísimo estado, manifestó que 'el problema de la comercialización de drogas es la enorme expansión de los vendedores minoristas y mayoristas que se instalaron en los barrios'. 'Ya no sólo ocurre en las villas o barrios humildes, que representan una cadena de personas que literalmente viven, se sostienen económicamente, de lo que se recauda con la venta cotidiana. No hace falta presentar un currículum vitae, ni nada. Es un negocio que permite recaudar unos 1.000 pesos por día de base, que es un dinero que no se puede ganar en cualquier trabajo normal', señaló el experto.

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