Lino Villar Cataldo dijo estar arrepentido de lo que hizo y pidió a la gente que no use armas.

Lino Villar Cataldo, el cirujano que fue liberado tras ser detenido por matar a un delincuente que intentó robarle el auto en Loma Hermosa, fue entrevistado este miércoles en el ciclo Animales Sueltos y contó que siente miedo no sólo por su vida sino también por la de su familia.

Cataldo le explicó a Fantino que, luego de recibir amenazas varias por parte de la  familia del delincuente muerto, tiene miedo de que lo "maten", pero aclaró que "más miedo" le produce que "maten" a sus hijos; y confesó que se "iría del país o al interior", pero que por el momento no puede hacerlo porque la Justicia se lo impide debido a su situación procesal.

Asimismo, Cataldo confesó que tras haber dado muerte a Ricardo Krabler, quien tenía 24 años y poseía otros antecedentes penales por robo, siente "mucha vergüenza" y no puede evitar sentir "ganas de agachar la cabeza" al mirar a la gente. "Realmente miro a la gente y tengo ganas de agachar la cabeza. Siento mucha vergüenza, no estoy preparado para esto. Me formé en la vida para otra cosa".

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Villar Cataldo explicó al aire que su excarcelación se debió que tiene tres angioplastias, dos de ellas con stent y debe tomar una medicación a diario, además de ser hipertenso y diabético; y sostuvo que el delincuente, cuando lo despojó del auto, lo atropelló a la altura de las rodillas. "Tengo mucho miedo de que la Justicia no vea las cosas tal cual ocurrieron", remarcó.

El cirujano sostuvo que la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, que señaló este martes que la única víctima era el doctor, habló con su abogado y le comentó que "va a poner todo lo necesario" para protegerlo a él y a su familia.

Asimismo, Villar Cataldo reveló que vino desde Paraguay a vivir a la Argentina cuando era chico y se instaló en una villa miseria para luego estudiar y recibirse como doctor, y que a los 15 años empezó a trabajar mientras seguía estudiando.

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A continuación, las frases más destacadas de Cataldo:

"Empecé a estudiar en 1973 en la Universidad de La Plata y todos los días iba en tren, porque no tenía dinero para ir en el transporte Río de la Plata".

"Cuando se incendió la villa (en la que vivía), me metía a mi casa a rescatar mis cuatro libros de anatomía, con los que seguí estudiando. Entré mientras mi mamá me pedía que no fuera, pero perderlos iba a ser complicado porque eran muy caros. Después tuvimos que ir a vivir a una sociedad de fomento hasta que pudimos volver".

"Cuando me recibí a los 24 años, ya en la Universidad de Buenos Aires, mi padre me dijo: 'Nunca dejes de atender a un pobre que vaya a atenderse a tu consultorio'. Y así fue desde siempre".

"Siempre traté de darle amor a mis pacientes y traté de atenderlos de esa manera. (...) Igual, no vale la pena lo que digo, eso se puede averiguar en donde trabajo hace 35 años, que es en el municipio de San Isidro".

"Tengo miedo de mis hijos. Mi hija va a la facultad, mi hijo tiene un polirubro y le pedí que lo cierre porque temo que lo maten y me dijo que no podía hacer eso porque es su medio de vida".

"Yo creo que todos somos víctimas: usted (por Fantino), yo, el delincuente. Salía de trabajar de un día de tareas para encontrarme con mi familia y fui agredido. No busqué eso. A mí me duele esa vida que se perdió, porque estudié, trabajé para salvar vidas".

"Veo a mis hijos y mi mujer muy mal. Me enteré que mi hija tuvo ataques de pánico mientras estuve detenido. No sabía que mi familia no volvía a casa (mientras estaba detenido), sino que se quedó en la sala de espera de la comisaría y los varones durmiendo en la camioneta frente a la comisaría".

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"No sé qué va a ser de mi vida de acá en adelante. En el lugar donde tengo el consultorio vivía mi hijo. Tuvimos que abandonar ese lugar por las amenazas y mi hijo está sin casa. Mis hijos me decían "papá, en el mismo momento en que estabas ahí con toda la policía se escuchaban los tiros que tiraba esa gente que vino a tratar de agredir"".

"Entiendo y comprendo el dolor de madre perfectamente. Lo que ocurre es que yo desde muy chiquito y gracias a la enseñanza que me dieron mis padres aprendí el sacrificio del trabajo, la honestidad. Lo que veo del otro lado es que no hablan de eso, sino de agresiones".

"Se escuchan palabras de venganza, de matar, de quemar, lágrima por lágrima, pregunto quién me va a proteger de eso. ¿Cómo va a ser mi vida?".

"Sabemos que hay muchos casos de inseguridad. No sé si es peor o mejor tener el arma porque nos matan aun entregando las pertenencias. Le diría a la gente que no compren nunca un arma, no lo hagan. Después de esto, aunque la justicia me diga "venga a retirar su arma" le digo "no, no quiero usar más armas". (...) Los hechos de inseguridad no tienen solución, los delincuentes se ensañan cada vez más. (...) En la provincia de Buenos Aires uno tiene que vivir esto todos los días. Tuve más de cinco o seis episodios y este auto es la reposición del anterior que me robaron el año pasado".

"Lo mismo cuando llegaba a casa y tenía que poner en peligro a mis hijos al decirles preparen el portón que estoy llegando. Yo me había mudado a otro barrio porque empezaban los hechos de inseguridad y al poco tiempo sufrí dos "entraderas"".

"Le pido perdón a la madre (de Ricardo Krabler). Yo nunca tuve intención de salir a matar, pero sentí que si yo no hacía eso sentí que me mataba. Por eso digo que fue una defensa de mi vida (...) El único que puede perdonarme es Dios".

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