
Marcelo Gallardo mandó a los titulares a hacer trabajos regenerativos y llamó al resto a la mitad de la cancha para hacer trabajos con pelota en espacios reducidos. Nicolás De La Cruz se sorprendió cuando lo metieron en ese grupo y le pasaron una remera blanca. Miró de costado y supo que iba a jugar en la zona media con Rafael Santos Borré de un costado y Carlos Auzqui por el otro. Atrás tenía a Lollo a Montiel, Morán Correa, Denis Rodríguez y Bologna. Enfrente tenía otras caras, Batalla, Martínez Quarta, Barboza, Mayada, Rossi, Palacios, Andrade y Scocco.
En medio de esa sorpresa, y mientras Gallardo le daba algunas indicaciones del sistema del trabajo, el uruguayo empezó a sentir la felicidad de que su ilusión de jugar en River ya la sentía en el cuerpo. Le costó tocar la pelota, hizo un golazo de derecha de media distancia, hubo algunos encuentros con Borré, el otro recién llegado, y también sintió el rigor de la intensidad en cada pelota dividida. Se dio cuenta cuando en una de las primeras pelotas que paró se tuvo que bancar a Barboza y a Rossi, que no le daban un metro para que se muestre.
Durante casi una hora, el Muñeco le metió una intensidad terrible al trabajo y lo paró varias veces para dar indicaciones a los jugadores que se quedaban quietos y no buscaban los espacios libres, con elogios para Auzqui y para Borré, a quienes les aplaudió varias combinaciones, y a Palacios por las llegadas al área. Gallardo quiere que los suplentes sigan al límite para ganarles lugares a los titulares y mantener el nivel parejo de todos. No es causal que en estos trabajos tienen una intensidad muy alta.
Mientras eso sucedía, los titulares realizaron trabajos regenerativos corriendo alrededor del predio. Entre ellos no estuvo Maidana, quien trabajó en el gimnasio haciendo bicicleta y también estuvo en el predio el delantero Marcelo Larrondo, que se recupera de una artroscopia en la rodilla derecha y realizó una rutina kinésica. El plantel volverá al trabajo el viernes por la mañana en Ezeiza.