No es un debutante en las lides controversiales, ni conoce recién lo que es transitar sobre pistas patinosas, donde ha sabido no despistarse y salir airoso aunque no sin generar recelos entre sus pares y parte del mundillo tuerca a lo largo de su ya extensa trayectoria deportiva. El domingo en Olavarría agregó a su foja de hombre polémico y calificado conductor, una furiosa batalla verbal con Brian Berta, quien lo cuestionó por sus múltiples roles en el TC 2000. SE SIENTE COMODO Gabriel Furlán volvió a andar sobre un terreno en el que no se siente incómodo. Quedó abierto así un frente más de tormenta en los que Gabriel lleva la bandera. La anterior tempestad, aún latente e irresuelta, es la intestina puja con Tulio Crespi. Furlán rotuló de inseguros y antiguos a los chasis del constructor de Balcarce y selló la suerte de esos monoplazas en la F-Renault del futuro. “La decisión está tomada, los Crespi no correrán más en la F-R a partir de 2007”, aseguró mientras todo indica que serán los chasis Tito los que ocuparán ese histórico espacio en la categoría escuela. Frontal y lanzado; hábil, astuto y conocedor de memoria de la forma como desplegar sus movimientos, ya sea arriba como abajo de los autos de carrera, Furlán agarró la lanza y replicó con misiles al hijo mayor de los Berta que, llamativo, tratándose del integrante de la familia mágica de menos exposición y más bajo perfil, prendió la mecha y le espetó casi de una: “Piloto o dirigente”. Dejó entrever algo más, para los que analizan con trazo fino: para los Berta, Furlán está cruzando la línea de lo tolerable en materia de influencia y poder en el TC 2000. No son los únicos en pensarlo, sí los primeros en plantearlo en público. AMBICION DE PODER Apuntado por unos por su ambición excesiva de poder, Furlán ha consolidado su espacio propio, tras haberse cruzado en el camino sin que le temblara el pulso, con el Puma Aventín, con Traverso, ahora con Crespi; antes en sus tiempos de la F-3 Sudamericana, con colegas locales y pilotos y directivos brasileños y el año pasado, al arremeter contra su propio compañero en Toyota, Norberto Fontana luego que en San Luis, el arrecifeño no obedeció la orden desde boxes de dejarlo pasar a Furlán. Y eso que Fontanita era intocable en el TTA y el de Ciudad Evita, hacía poco que había llegado... “A mí lo que más me gusta es correr, ser dirigente me trae más sinsabores que alegrías, y para nada tengo ambiciones políticas y menos ser presidente del TC 2000”, ha sabido decir a este cronista. El domingo en Olavarría, Furlán ratificó que cuando lo ponen en la mira, la palabra retroceder no entra en su vocabulario aunque encrespe los ánimos y acentúe su imagen de hombre con ambiciones.

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