Ayelén Beker rompe prejuicios a puro talento

"Yo me siento cumbia, soy popular, vengo de la villa, vengo del hambre, de la tierra, del barrio" se confesó mas de una vez esta artista que rompe fronteras y prejuicios.

Una dura infancia, signada por la incomprensión, la hicieron irse de su casa en la adolescencia. La calle al recibió, pero no de la mejor manera, los excesos y la prostitución fueron una constante durante una parte de su vida.

Pero el arte sana y salva, y la música fue la encargarla de traerla de vuelta, de llevarla al camino de la redención, de ser un ejemplo -muy a pesar de ella- y a dejar de ser una cenicienta para transformarse en Ayelen Beker, una princesa voraz sobre el escenario.

Ayelen-2-1280x853.jpeg

Cuando la música llegó

Desde muy chica Ayelén Beker disfrutó a pleno la música, pero en la adolescencia tuvo que alejarse por los mandatos culturales "era lo que no podía". Recién a los 25 años, en 2015, pudo reencontrarse con su vocación y ponerse a estudiar lo que amaba. ¿Qué era lo que se escuchaba en la casa de su mamá y qué en la de su papá?

El arte la salvó

Se define como un alma melancólica, y debe ser por eso que su acercamiento al Soul y al Funk fue algo muy natural. La composición -desde el dolor y la oscuridad-, le permite canalizar sus sentimientos y la música le ayudó a mostrar todo lo que tenía guardado. Su personalidad arrolladora en el escenario está lejos del la Ayelén Beker de entrecasa, tímida y vulnerable.

La transformación

Estudiar teatro le permitió crear un personaje que se come al mundo sobre el escenario, una auténtica diva inalcanzable, que todo lo puede. Para su nacimiento tuvo que pasar la larga cuarentena, bucear en las profundidades de su interior, y encontrar la fuerza necesaria para dejar sus adicciones y dar a luz este alter ego que lleva su mismo nombre: Ayelén Beker.

ADEMÁS: Carlos Rottemberg, un hombre de palabra

Desafíos y reencuentros

Lejos de sentirse ejemplo de nada, Ayelen está feliz y orgullosa de poder ayudar a la gente, y considerarse un referente de que "se puede". Eso le da fuerza.

El reencuentro con su mamá -después de muchos años- en un momento muy difícil de su vida -había sido golpeada ferozmente mientras trabajar en la calle-, y el comienzo de un cambio positivo.

La "Gilda de las Travas"

Su casual encuentro con Susy Shock -actriz, escritora, cantante y docente trans- en un viaje al sur del país dio origen a su apodo "la Gilda de la Travas" y a una amistad/admiración que perdura en el tiempo. Ayelen reconoce que siente comodidad en navegar por todos los géneros musicales y que cada uno le permite dar algo diferente.

El futuro llegó

En menos de cinco años, Ayelen Beker logró construir una carrera y un nombre que le permite compartir escenarios con artistas que admira. Siente que esta aprendiendo, que vive aprendiendo...por eso se le hace difícil imaginarse en cinco años más, pero tiene claro que su destino es la música. Las deudas y la cuarentena la impulsaron, nuevamente, a trabajar en la calle para poder cubrir sus necesidades. Su relación de amor-odio con la prostitución.

No me arrepiento

En el balance de su vida, Ayelén Beker siente que no debe arrepentirse de nada, ni cambiar nada de su pasado, todo lo malo y lo bueno que le sucedió la llevó al lugar en donde está ahora. Su amor por el canto hace que, a los 33 años, todo sea un gran aprendizaje. Su pasión por los tatuajes, como marcas del dolor.