1) A bordo de una camioneta utilitaria, un efectivo de la Policía Bonaerense con su uniforme colocado mira de reojo a los ocupantes de un auto, al ingreso de Tapalque, a 42 kilómetros de Olavarria. Hay tensión porque el embotellamiento es inmenso y no se avanza. Aunque faltan varias horas para que El Indio Solari comience otra de sus legendarias misas, quienes no logran sortear la ruta 51 están en estado de alerta. Menos el policía. "Miralo vos al que maneja", les dice, en tono jocoso, dando inicio a un ida y vuelta hilarante. "El es nuestro conductor asignado. No toma una gota de nada. Pero dígame una cosa. ¿Usted va adonde yo creo? ¿Así vestido?", le pregunta un ricotero. "Claro, pibe. Los policías somos como ustedes. Comemos, escuchamos música, nos enfermamos. Todo lo mismo", le contesta. Sin embargo, al ratito se desnuda nuevamente la certeza que no son lo mismo, y muestra un manojo de entradas falsas. "Van como piña", les suelta el uniformado con una carcajada, que infunde el miedo derivado de la impunidad.

2) Una chica llora. Desconsolada. Abraza a un muchacho. Detrás se ambos se observa una columna de ocho autos. Todos participaron de un choque en cadena. Todos quedaron en la banquina. Todos están fuera de la carrera de llegar a La Colmena. Llora. Por el choque que le arruinó a ella y sus pares la posibilidad de cantar y saltar y ser una mas del circo exquisito del rock popular.

3) "Vivir sólo cuesta vida". Se llama Nahuel y es un adolescente que en su cabeza tiene grabada uno de los conceptos de la lírica de Solari que sus fans abrazan con la fuerza de lo propio. Susana se lo cruza en una estación de servicio y pide sacarle una foto. "Es para el intendente", exclama, y explica que es la delegada municipal de la localidad de Hinojo. "Estamos felices con todo esto que pasa con El Indio. Será una fiesta. En realidad ya lo es", aseveró con total certeza.

4) Los rostros de la felicidad plena es difícil encontrarlos en otro espacio de la Tierra que no estén, hoy, dentro de los márgenes de Olavarria. A la altura de Sierras Bayas, localidad cercana al centro de la comuna donde en un rato temblará el piso alrededor del escenario del ex líder de Patricio Rey y los Redondos de Ricota, desde dos autos que van por la ruta comienza un ritual de pertenencia y solidaridad rockera. Con los parlantes a todo volumen y el sonido del saxo atravesando el viento, ellos deciden brindar. Chocar vasos y botellas. Comunicarse y compartir la pasión de esa manera. En el medio del camino. Con sonrisas y gritos de extasis. Parte de la misma religión. Todos que son uno; sin importar de donde se viene, o cual es el origen.

5) Banderas negras. Banderas blancas. Acá brotan de todos lados las insignias. Que no son guerra. Nada de eso. Son luz y con la sociedad de la música. Las notas juntas y entrelazadas para que las noches más oscuras empiecen a aclarar. Y el día asome en esos corazones. Por eso vienen. Sin demasiadas explicaciones. Argumentaciones. Reflexiones. Vienen a buscar luz, como cuando el sol se muestra en el horizonte y ahí vamos, sin saber bien por qué. Pero con la sabiduría grabada en los genes de que nos hace bien. Como El Indio y su arte para la gente que hoy desborda Olavarria.

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