El cantante tropical, que participará otra vez en Bailando por un sueño, revela detalles de su difícil infancia, reconoce que al principio no sabía cómo hablarle a su pareja, analiza por qué se dio el flechazo y grita a los cuatro vientos su sentimiento por la modelo y actriz

Tocado por la varita mágica y angelado, Ezequiel Cwirkaluk, popularmente conocido como el Polaco (29), es uno de los artistas más queridos. Y el año pasado, con su paso por Bailando por un Sueño, termino de consagrarse ante el público.

Líder de la movida tropical, hoy disfruta de su feliz noviazgo con Silvina Luna, mientras enfrenta un litigio legal con Valeria Aquino, su ex pareja, y madre de su segunda hija, Alma.

Humilde, que hoy tiene la gloria debajo del brazo, el artista recuerda, con orgulloso, su cuna.“Estoy en la música desde chico. Mi papa tocaba la trompeta, mi vieja me llevaba mucho a la iglesia. Ahí aprendí a meterme entre los instrumentos. Tocaba la batería, la guitarra, el bajo, me gustaba mucho. Era medio rebelde pero me gustaba la música. Lo mismo que hago arriba de un escenario, es lo que hago con mi gente, trato de ser yo".

"En el momento en que a uno tiene más bailes y le va mejor en el trabajo, es cuando uno tiene que ser más humilde pero eso le sale de nacimiento a la persona. De chico me faltó cariño, tuve una vida jodida. Me crié prácticamente solo. Mi viejo tenía problemas de visiones. Lo poco que me decía lo valoraba para enfrentarme en la vida solo", agregó.

En la misma tónica, el Polaco agregó cómo fue su dura infancia: "Prácticamente me fui de mi casa cuando tenía 9 años y a los 10 no me compraban zapatillas, la tuve que pelear solo. Tengo dos hermanas con los que nos criamos juntos y la peleamos.

"Vivo día a día y le agradezco a Dios por darme la oportunidad de hacer lo que me gusta, de tener un pan, darle un techo a mis hijas. Lo primero que hice cuando empecé a ganar dinero fue ahorrar unos pesos y comprarles la casa a mis viejos. Mi mamá se iba con mis tías en las navidades y mi viejo se quedaba solo, a veces chupeteando, y yo me quedaba con él y lo cuidaba. Capaz, comía empanadas frías, todos estaban festejando pero a mí no me importaba porque yo estaba con mi viejo”, recordó, el líder tropical.

“Para el primer disco que hice tuve tiempo de elaborarlo, de sacar y poner. Después, con las presentaciones y que tenga que salir a la venta uno cada año y medio aproximadamente, hay menos tiempo. Yo hago cumbia romántica, meneaítos, reggaetón. Valoro cada cosa, soy feliz con poco. De chico quería tener una batería y no se podía. La carrera me dio la posibilidad de comprármela, de llevar a comer a mis amigos a un local de comidas rápidas, cosas que eran impensadas en su momento. Había un montón de juguetes que uno quería tener o tomar un vasito de gaseosa, que puede parecer una pavada, pero que uno no podía tener”, supo recordar el cantante. “Jugué mucho al fútbol cuando iba creciendo. Desde los 7 años hasta, aproximadamente, los 14. Jugué en San Telmo, llegué a hacerlo en Huracán. Después, en clubes de barrio, en un montón. A medida que van pasando los años, uno se da cuenta de que los amigos y la familia, son lo más importante, te das cuenta de quien vale la pena y quien no”, agregó, sobre su esencia.

"De chico quería tener una batería y no se podía. La carrera me dio la posibilidad de comprármela, de llevar a comer a mis amigos a un local de comidas rápidas, cosas que eran impensadas en su momento"

Con una mano en el corazón. El polaco rehizo su vida amorosa el último verano. Compartía obra teatral con Silvina Luna, y se enamoraron. El romance, que hoy incluye convivencia en un departamento en Palermo, en marzo del año que viene se concretará en una boda.

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Foto: Darío Batallán / Diario Popular
Foto: Darío Batallán / Diario Popular

“Cuando conocí a Silvina, no sabía cómo hablarle, cómo encararla. Y supongo que le habrá gustado lo simple porque es una chica humilde, sencilla y, por eso, es que se dio. Empezamos hablando mucho. Es una chica con la que podes hablar de cualquier tema. Y me había tomado una cervecita de más, si no no me animaba. Mientras que estemos enamorados, lo de afuera no importa. Hay gente que puede opinar, decir lo que consideren porque tienen todo el derecho pero yo sé lo que siente mi corazón y a donde voy. Silvina cocina muy bien. Todo natural, vegetales pero muy bien", detalló.

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Y concluyó: "En realidad, me hace un poquito de cada cosa pero va siempre hacia lo natural. De ella me gusta todo y lo más hermoso que tiene, es la sonrisa. Tiene una sonrisa perfecta, me encanta. ¡Estoy enamorado! El amor es ser feliz, estar bien, contento. Cuando me separé de Vale (Aquino, su ex mujer), que tuvimos un montón de idas y vueltas, conocía chicas, estaba un día pero ya no las quería ver más. Le puede pasar a cualquiera, no te enganchás. Y esta vez, me enganché. Creo que para que algo se dé, valga la redundancia, se tienen que dar un montón de cosas. Y Silvina llegó en el momento indicado, a la hora indicada. Me siento muy feliz con mi vida, con lo que logré. Logré lo que quise, que la gente me preste atención y que puedan ver lo que soy”.

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