En esta oportunidad, Fabián Vena -quien se encuentra en Carlos Paz representado la comedia Perfectos desconocidos en el Teatro Melos- explica porqué siente que le encontró la vuelta a su existencia.
¿Cómo reconocer a un perfecto desconocido?
-Todos podemos ser perfectos desconocidos, porque todos tenemos algo privado, oculto, no expuesto. Todos guardamos secretos.
En sus vínculos, ¿se entrega fácilmente o se mantiene en estado de alerta?
-Siempre es mejor darse a conocer, sin dobleces y sin defenderse de los demás. A medida que uno va conociendo al otro, genera un ámbito de respeto, de conocimiento, de cuidados, de entrega y de confianza. Es hermoso ver madurar una relación, porque en esa construcción uno va poniendo su mejor energía para formar un vínculo de amor y de amistad.
¿Qué lugar ocupa la amistad?
-Qué sería de nosotros sin un amigo. No puedo ni pensar qué me provocaría sus ausencias. La relación amistosa tiene características únicas, como la confianza, la entrega y la tranquilidad que te genera saber que contás con alguien. En la amistad no hay negociación. Tengo amigos y colegas con los que nos conocemos desde que estábamos moldeando nuestra personalidad y sé que ninguno de ellos me va a faltar a la verdad. Los amigos son nuestros grandes referentes.
¿Existen categorías de amigos?
-Sí, pero ninguna de esas relaciones tienen un límite. La base para armar cualquier vínculo es mostrarse como uno es. Yo creo que el amigo que está siempre cerca pasa a una categoría casi familiar. Amistades que están en un plano mayor.
¿Cómo reacciona si un ser querido lo traicionó?
-Cuando se habla en esos términos, creo que la traición es con uno mismo. Vaya a saber cuáles han sido las causas para que el otro se haya puesto en ese lugar y para que uno se sienta la víctima. Yo me bancaría la traición de un amigo, pero sería incapaz de traicionarlo. Ahí planto bandera. Esto está más relacionando con mis valores y con la ética de lo que para mí la amistad.
¿Podría ser amigo o formar pareja con quien no tuviese puntos esenciales en común?
-Pienso que sí, porque a una persona no la evalúo ni por sus gustos ni por su ideología, porque la corriente afectiva va más allá de eso.
¿En qué causas se embandera?
-Yo le pongo peso, valor y pasión a la actuación, a la docencia y a la dirección actoral. Lo de embanderarse me suena a ponerse una camiseta. Yo soy fanático de River y esa camiseta me la pongo seguro (risas). La bandera de las cosas a las que le pongo pasión, la tengo pintada en las vísceras.
Por ser famoso, ¿siente que tiene una gran lupa colectiva sobre su persona?
-Si lo sintiera estaría equivocado. No construyo mi vida en base a lo que pueden esperar de mí. Enfocarme en la mirada del otro perturbaría lo que tengo para hacer y sería una pérdida de tiempo.
¿Qué mochila quisiera sacarse de encima?
-La que cargo todos los días: la de los trámites, la de las cosas que debo hacer como ciudadano pero, a la vez, lo cotidiano es lo que me retroalimenta como actor, porque me permite acumular información e imaginación que luego la vuelco en escena. Eso que, a veces, funciona como mochila, termina siendo mi carga para desarrollar lo artístico.
En algún punto, ¿le pesa ser jefe de familia?
-Al contrario, lo disfruto muchísimo, me da placer y me hace sentir pleno. Lejos de ser una carga me da fuerzas para lo que viene.
¿Con qué no se jode?
-Yo soy muy futbolero. Cuando River se fue a la B, mis amigos boquenses me trataron con cuidado y en estos últimos años, con la tragedia que está atravesando Boca, yo no gasté a ninguno de ellos. No se jode con el dolor ajeno. Hay que tener empatía y no echarle fuego a la herida. No joder con esas cosas es parte del marco del respeto.
¿Qué le cuenta al oído la voz de la experiencia?
-Eso cambia todos los días. Lo que me dice hoy es probable que cambie mañana, por eso hay que tener registro de lo que a uno le pasó para aprender, desarrollarse y avanzar. La experiencia trae cosas buenas, porque significa que uno ha vivido, que no se la han contado.
Por último, ¿siente que le encontró la vuelta a la vida?
-Te diría que hace un tiempo le encontré la vuelta a mi existencia. La vida fue muy generosa conmigo y yo le hago honor a la posibilidad que tuve de desarrollar mi deseo más profundo en lo vocacional, el estar enamorado de mi mujer y orgulloso de la familia y de los hijos que tenemos. Frente a esas evidencias, le rindo culto a la vida, creciendo, disfrutando y siendo feliz.