En trece capítulos se contará la historia del muchacho que le ganó a la pobreza con su voz y su sonrisa cautivante. La emoción de los intérpretes y el manejo que la serie le dio a la intimidad, cuestión que tanto cuido el artista.

La gran expectativa de la industria televisiva este año está puesta en la miniserie de Sandro de América de trece capítulos que se estrena el 5 de marzo próximo, horario a definir, en el prime time de Telefé. La ficción cuenta cómo la sonrisa conquistadora del cantante Roberto Sánchez le ganó la batalla a la vida, de la pobreza al éxito casi sin escalas y su pelea contra un enfisema pulmonar que se declaró en el año 1998 en pleno apogeo de su carrera a los 50 años.

Tanto productores como sus tres protagonistas en tres etapas diferentes de la vida de Sandro (Agustín Sullivan en los inicios de juventud, Marco Antonio Caponi su consagración y Antonio Grimau en la cima de la carrera) y autoridades de Telefé hablan de una producción sin antecedentes en la pantalla chica.

Para los tres actores es un sueño cumplido interpretar una etapa de El Gitano. Para Agustín Sullivan es su lanzamiento con su primer protagónico, luego de probar con papeles chicos en diversas ficciones: “El director de la miniserie Sandro de América, Israel Caetano, tiene una especial sensibilidad y eso se ve en la biopic (biografía de Sandro). Cada escena es un cuadro. No hay nadie ni nada que sobresalga, ni actor ni vestuario. Todo está en comunión”.

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Grimau, quien se pone en la piel de su admirado Sandro en la última etapa de su vida, dice: “Para mí fue un sueño maravilloso. Eso no quita la gran responsabilidad que uno tiene al interpretar a un personaje inalcanzable y muy carismático. En medio de las grabaciones, me pregunté ¿en qué me metí? Para mí no es un trabajo más porque sé la expectativa que se genera en nuestro país y en toda América por lo que significa incluso hoy Sandro. Estoy muy feliz por el resultado, con un trabajo estético impecable. En todas las grabaciones yo me emocioné. Lo sentí como un enorme regalo en mi carrera”.

De los tres Sandro, Grimau es el único que lo conoció personalmente: “Lo vi por primera vez en un carnaval en la cancha de Nueva Chicago. Marcó toda mi adolescencia y ahora ponerme la réplica de su bata roja y su anillo y pisar el escenario del Teatro Gran Rex... puedo confesar que grabé cada capítulo en estado de gracia. Puedo decir que puedo cerrar feliz mi carrera gracias a Roberto Sánchez”.

Mientras Sullivan peleó a capa y espada en el casting por interpretar a Sandro en sus inicios con la banda de rock Los de Fuego (1960-1966) y con sus imitaciones de los pasos de su ídolo Elvis Presley: “La directora de casting me llegó a decir, te vi hasta en la sopa”, Grimau señala que con Sandro llega a lo más alto de su carrera y que “ya no tengo asignatura pendiente”; Marco Antonio Caponi, en cambio, muestra más distancia emocional.

Caponi interpreta a Sandro en el período más oscuro de su carrera, con sus fobias y adicciones: “A mí me toca actuar en lado B de Sandro entre los 35 a los 48 años. Sandro quiere volver a ser quien fue, quiere encontrar su origen, siente que su personaje está agotado y de a poco se va asfixiando”.

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Para el personaje, Caponi confiesa que “sufrí una mutación y para mí fue un placer enorme porque me dediqué a comer. Tuve que engordar 12 kilos”, cuenta en tono de broma. Su papel en un principio estaba destinado a su par Pablo Echarri y quien desató una gran polémica cuando el galán maduro aseguró que lo dejaron afuera de la producción por su adhesión ideológica al modelo kirchnerista de país. Caponi no escapa a la pregunta esperada: “Yo creo que Echarri lo hubiera hecho increíble, pero son cosas que pasan en los medios. La miniserie de Sandro también habla de cosas que pasan, de la gente a la que le gusta inventar cosas. Sandro nunca salía a desmentir nada ni a nadie para no darle de comer a cualquiera”.

Grimau en todo momento señala que a “mí me cuesta mucho ser objetivo, yo profeso una gran admiración por Sandro como artista y como persona. A mí se me mezclan las cosas, entre el actor y la persona. Y como persona tengo una materia pendiente, estoy muy ansioso por conocer la casa de Sandro en Banfield”. Los escenarios se recrearon porque su mujer Olga Garaventa ni siquiera abrió la mansión amurallada de Sandro para grabar en escenarios reales. Al igual que Sandro, su última mujer cuida de manera celosa la privacidad del artista.

Caponi se metió de lleno en el personaje y señala que “todo lo que vi de él o leí de él son todas hipótesis. No sé cómo era la vida de Sandro. Tiene un misterio en sí y el paredón que construyó en su casa para dividir las aguas entre la fama y la intimidad no es metafórica, funciona como un límite insondable”. Sullivan acota que “Sandro es un personaje que se inventó. En los viajes, él solía armar dos valijas. Una de Roberto y otra de Sandro”.

SANDROS

Sullivan rescata de Sandro su voluntad a preservar a toda costa su sueño contra todos los pronósticos. De hecho en las promoción del trailler de Sandro de América se subraya su vocación de ser músico: “El rompe con todas las barreras y lo hace todo el tiempo. El siguió, perseveró. Quería ser cantante y aún estando enfermo tampoco paró. Todos tenemos algo de Sandro de los que actuamos en esta miniserie. En mi caso es la vocación por la actuación. Yo de chico, a los 13 años yo sabía que iba a seguir la actuación”.

Las mujeres no tienen tanto peso en la tira porque “es poco de lo que sabe de su vida íntima. En un programa de los Almuerzos de Mirtha Legrand nos enteramos que Sandro se había casado con una mujer hace diez años (por María Elena Fresta)”, afirma el responsable de la producción por parte de Magic Eye, Juan Parodi. El trailer de promoción que se emitió en la presentación de la miniserie es cuando su representante Oscar Anderle (en la piel de Luis Machín) le dice a Sandro en su ascenso a la gloria y con incipiente enfisema que “los tipos como vos nunca mueren” y aparece la cortina musical Dame Fuego. Sandro ya tiene su merecido homenaje en televisión

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