El chamamecero está encendido por su álbum Tangos Propios y su iniciativa para que los artistas anglosajones paguen el doble de impuestos: “si crees que es mejor, entonces paga más”.

Antonio Tarragó Ros vive en estado de entusiasmo. Por la música argentina, su defensa y hoy, específicamente, por el tango, objeto de su nuevo proyecto que cristalizó en un disco de inminente aparición. El Rey del Chamamé, su padre, lo guió en el placer gardeliano y luego Buenos Aires le fue inspirando tangos, milongas, valses y candombes tangueros que reunió en una placa que tiene las versiones originales desperdigadas en su amplísima obra y esas mismas composiciones registradas hoy en trío con Oscar Laiguera -piano y arreglos-, Federico Espinoza -batería- y Humberto Lafata -contrabajo-.

"Estoy enamorado de la música argentina, la mejor del mundo. Yo siento eso, porque es mía. Ahí entra el tango. Yo me crié en una casa gardeliana... Gardel, que era un cantor nacional", dice el compositor que editó Tangos Propios y enseguida arranca con la otra pasión que lo enciende estos días. "La música nacional no es solamente un entretenimiento, es también un lugar de lucha por la autodeterminación. Y de eso te das cuenta cuando viaja. Una vez, cerca de Roma vi un cajón de manzanas de Río Negro y me puse a llorar", cuenta el músico con esa facilidad para integrar anécdotas al relato.

l Siempre estuviste en esa lucha por la defensa de la creación argentina.

-Te voy a dar una primicia. Tengo una ley de protección cultural y voy a buscar firmas por el interior. Si compro un Mercedes Benz tengo que pagar casi el doble porque no se hizo acá. Y es justo porque con esa guita se hacen obras. Habría que tratar a la música con el mismo criterio. Al que le parezca mejor la música inglesa que pague el doble... Porque la música extranjera es más perjudicial que un auto: no ayuda al autoconocimiento como el tango o el folklore. La música nacional es un derecho esencial.

l ¿Cómo se haría?

-No es cosa difícil. Ya se recauda, bueno que se cobre el doble. Lo recaudado vía SADAIC se destina al Fondo Nacional de las Artes... Lo mismo con el derecho de interprete que cobrará AADI (asociación de interpretes) y tendrá el mismo destino... Hay una invasión insoportable de música, películas, series y formatos extranjeros.

l Cuando la Ley de Medios Audiovisuales estableció un porcentaje de música argentina en radios, algunos pusieron el grito en el cielo. Hasta se dijo que se impedía escuchar a Queen pese a que no era prohibir nada sino asegurar una cuota de difusión.

-Esto es mucho más practico, es otra cosa. Si pensás que otra música es mejor, que te salga más caro. Estamos en emergencia cultural por esta plaga. Escuchás a Jorge Lanata, a quien adoro, y tiene una cortina extranjera. Y así con todas las radios. Está incorporada, naturalizada la música anglosajona y debería pagar más, como el Mercedes Benz. Y yo me acuerdo de las vidas que costó la Guerra de Malvinas. No se trata de prohibir sino de que el cipayismo tribute a la cultura argentina, tan atacada y arrinconada.

l Estrenaste el repertorio del disco en el reciente festival porteño. ¿Cómo te fue?

-Los tangueros me reciben con cariño porque los quiero. Pero, la verdad, nunca tuve más cagazo que con este disco.

l ¿A qué te aferrás cuando aparece el miedo?

-Una vuelta estaba hablando Mariano Mores y Ariel Ramírez. Decían "no sabés las melodías que hace el pibe". Me fui el baño y me puse a llorar. Para un compositor no hay nada mejor que ese elogio. Y entre los dos próceres, uno era del tango. Ahora, escribiendo tango, soy tanguero. Un día cuando estaba esperando para grabar Naturaleza -aquel programa con música del acordeonista sobre flora, fauna y ritmos en riesgo de extinción- y vi unos chicos jugando con mugre y gomas a la vera del Riachuelo. Justo me faltaba un tango y escribí Los Cuatro Pibes con un lenguaje bien tanguero. Está en el disco. La mayoría son temas míos en letra y música, pero también hay un vals con música de Teresa Parodi y otro con letra de Pacho O'Donnell sobre las cartas que Guadalupe le escribió a Mariano Moreno sin saber que estaba muerto. Y hay voces que me parecía no podían faltar como las de Anselmo Marini, Nora Perlé, Horacio Pagani o Silvio Soldán. De Irupé -su hija- grabé el tango Jazmín. Es todo lindísimo, es lo más grosso que me pasó, como autor y compositor.

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