El empate con Perú reavivó las dudas de un equipo que no tiene efectividad y hoy está afuera del Mundial. Otra vez hizo figura al arquero rival y se jugará todo en Ecuador. La Bombonera no ayudó.

N o gana. No hace goles. Argentina es equipo increíble, casi de otro planeta. Los jugadores que con otras camisetas se cansan de convertir, se ponen la de Argentina y se hunden, desaparecen, sufren.

Esa es la realidad que vive Argentina que a un partido del final de la eliminatoria, esta afuera del Mundial, más allá esto de las especulaciones aritméticas de la última fecha.

Argentina volvió a fallar, como lo hizo a lo largo de esta insoportable y oscura eliminatoria sudamericana, con derrotas sorprendentes y empates ridículos, sin un sólo brillo y con un equipo que ha decidido comerse a todas las individualidades posibles, sumergiéndose en esta realidad que nos tiene fuera de Rusia con una fecha por jugarse.

El equipo de Sampaoli fue otra vez más de lo mismo, casi una réplica de lo visto ante los venezolanos y si los delanteros no logran meter la pelota contra Ecuador, esta claro que moriremos con esta idea de generar peligro, pero en vez de marcar convierte en figura al arquero rival, paso contra Venezuela, pasó contra Perú.

El equipo adquirió rápidamente el libreto de Sampaoli. Juega a mover la pelota, busca progresar por los laterales para luego sorprender, pero la realidad después marca otra cosa, los intérpretes (jugadores) fallan, y fallan mucho. Por ejemplo en el primer tiempo los defensores argentinos, más Biglia entraron en juego mucho más que los de arriba, donde siempre, Messi se destaca sin necesidad de hacer gran partido.

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Entonces Di María puesto a la derecha no hizo una bien, Papu Gómez puso empeño pero no mucho más y Benedetto no metió ninguna como en Boca. Así a Perú le bastó para defenderse con su robusta dupla central entre Araujo y Rodríguez, más el desempeño de Renato Tapia.

El arranque del segundo tiempo estuvo lo mejor de Argentina y ahí faltó algo de fortuna para llegar al gol, tanto que Perú necesitó de su arquero Gallese para mantenerse en pie. En un minuto el arquero le sacó un remate de gol a Benedetto y el palo le dijo que no a Messi; y al rato otra vez Gallese le tapó una situación clarísima a Papu Gómez. Ese fue el momento de Argentina, que otra vez no tuvo una mano para noquear.

Después de ese rato, en Argentina floreció otra vez la impotencia para quebrar a un equipo que sentía minuto a minuto que ese punto que vino a buscar cada vez estaba más cerca. Mascherano y Messi se pusieron el equipo al hombro para intentar la epopeya, pero otra vez no pasó nada.

Vale este resultado para convencernos que los cambios de canchas milagrosas, pancartas llenas de épica y campañas afines sirven de poco, sólo los jugadores y el cuerpo técnico son quienes no llevarán al Mundial. Es un sólo partido ahora, es una final, otra más. Un dolor de cabeza para un equipo que justamente no se ha caracterizado por ser fuerte en estas instancias. Que Dios nos ayude.

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