Eduardo Galeano, el reconocido escritor uruguayo que falleció este lunes a los 74 años, se describía así mismo como un formidable jugador de fútbol, "una maravilla pero solo de noche, mientras dormía: durante el día era el peor pata de palo que se ha visto en los campitos de mi país".
Fue autor del memorable libro "El fútbol a sol y sombra", inspirado en la pasión que sentía por el balompié, al cual entendía como una pasión de multitudes y que es más que un juego.
Hincha de Nacional de Uruguay, club al que dejó de alentar en los estadios durante su exilio en España, sostenía que no podía ver a Peñarol como un enemigo. "Juan Alberto Schiaffino y Julio César Abbadie jugaban en Peñarol, el cuadro enemigo. Como buen hincha Nacional, yo hacía todo lo posible por odiarlos. Pero el Pepe Schiaffino, con sus pases magistrales, armaba el juego de su equipo como si lo estuviera viendo la cancha desde lo más alto de la torre del estadio, y el Pardo Abbadie deslizaba la pelota sobre la línea blanca de la orilla y corría con botas de siete leguas, hamacándose sin rizar la pelota ni tocar a los rivales: yo no tenía más remedio que admirarlos, y hasta me daban ganas de aplaudirlos".
Su admiración por Messi
Galeano admiraba la magia de Lionel Messi dentro de las canchas debido a que era el único jugador que lo hacía "soñar y amar".
En una entrevista brindada a la revista "Garganta poderosa", el escritor uruguayo reconoció ser "el autor de una teoría sobre él, aunque no tiene base científica. Creo que Messi es como un caso único en la historia de la humanidad, porque es alguien capaz de tener una pelota dentro del pie".
"Siempre se dice que Maradona llevaba la pelota atada, pero Messi la tiene dentro del pie, y eso científicamente es inexplicable, pero ves que lo persiguen 7, 11, 22 rivales para sacarle la pelota y no hay manera. ¿Por qué? Porque la buscan fuera del pie, y está adentro. Ahora ¿cómo puede caber una pelota adentro del pie? Es un fenómeno que no se entiende, pero es la verdad, él lleva la pelota dentro, no fuera", sostuvo con admiración por la magia del rosarino.
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