Llegó a River hace un par de meses y de inmediato se convirtió en un jugador muy influyente en la estructura colectiva del equipo. ¿De qué juega Pisculichi? La función y el rol lo define él según las circunstancias del partido.
  "Yo lo tenía más como un armador que como un jugador que tiene que moverse cerca del área rival". Las palabras de Claudio Borghi apelaron a cierta dosis de sorpresa cuando Leonardo Pisculichi regresó a Argentinos Juniors en enero de 2014.

   Borghi lo tenía clasificado al actual jugador de River como una especie de enganche, con capacidad para administrar los tiempos y los ritmos del juego ofensivo. En realidad, Pisculichi, ya con 30 años sobre sus espaldas y varias temporadas actuando fuera de la Argentina (partió al Mallorca en 2006 y después pasó por Qatar y China), nunca tuvo el perfil de marcar el territorio como un típico y clásico organizador, similar a Juan Román Riquelme o a Marcelo Gallardo.

   Siempre fue un media punta muy libre al estilo del Rolfi Montenegro. Un media punta con gol y panorama para arrancar a 30 o 35 metros del arco adversario y hacer valer su  manejo, su pegada y su pase profundo.

   Es cierto que a favor de sus estupendas producciones en River, su figura adquirió un protagonismo y relieve que nunca tuvo. Pero Pisculichi siempre jugó igual. Con más o menos precisión para resolver y definir el rumbo de la jugada en los metros finales, pero no se modificaron sus características.

   Lo que cambió es la repercusión. Y quizás la influencia que adquirió en la estructura colectiva de River. Porque es muy valioso e importante su aporte. Tan valioso que potencia a sus compañeros de ataque. Porque se asocia y hace jugar. A uno o dos toques. Con velocidad y con una lectura inteligente de la maniobra ofensiva.

   No pareció una casualidad que la mejor versión de Teo Gutiérrez, en River, se haya confirmado en los últimos meses. Algo parecido ocurre con Rodrigo Mora. O incluso con el volante Carlos Sánchez. Como si la presencia y el fútbol que propone y ejecuta Pisculichi entrando y saliendo de la jugada con naturalidad, tuviera además la virtud de encender motores ajenos. Porque en la simpleza del toque y la descarga a veces al pie o en muchas oportunidades al espacio, todo adquiere otro ritmo, otra dinámica, otro vuelo. Y otra profundidad.

   ¿De qué juega Pisculichi? ¿Dónde recibe? ¿Por dónde aparece para que este domingo, en el Monumental, Boca tenga una referencia concreta y pueda interceptarlo en el arranque de la maniobra? Eso lo determina él. Puede ser punta, media punta o puede ser enganche. Pero no es ninguna de las tres cosas. Y en ese registro de libertad bien interpretada y leída, desequilibra porque sabe ubicar y encontrar los espacios. Y definir con clase. Como definen los jugadores que tienen más cartas en el mazo que el resto.