Después de un año totalmente olvidable en China, donde para el Shanghai Shenhua jugó poco y rindió menos, Carlos Tevez está otra vez cerca de Boca. Las circunstancias son muy distintas a cuando regresó a Boca en julio de 2015. En aquella oportunidad su vuelta generó en los hinchas un clima de gran celebración. Hoy, en cambio, esta posibilidad despierta indiferencias y desconfianzas que no pueden ocultarse.

El tachín tachín incesante de Carlos Tevez no para. Ahora la operación regreso está en marcha. El nuevo regreso a Boca, mientras su estadía en China defendiendo los colores del Shanghai Shenhua durante un año dibujaron un fracaso sorprendente. No porque haya jugado apenas 16 partidos y convertido 4 goles. El fracaso está inscripto en un rendimiento pobrísimo, según explican distintos periodistas del gigante asiático.

Tevez, quien partió de Boca hace casi doce meses para cumplir un contrato por dos años con un ingreso descomunal de 84millones de dólares, nunca se planteó romperla en China. ¿Qué se planteó, entonces? Que el tiempo pasara lo más rápido posible, dar muy poco y llevarse mucho. Nada novedoso. Es la regla natural de casi todos los jugadores extranjeros que van a participar de la experimental liga china.

Cuando se fue en medio de la temporada 2016-2017, Tevez ya estaba imaginando su vuelta más o menos apresurada, aunque por estos días en Boca su probable regreso no despierte fervores ni adhesiones. Todo lo contrario: sería un regreso forzado. Y no deseado ni por el plantel ni por el cuerpo técnico de los Barros Schelotto ni por los hinchas.

No hay consenso visible que precipite el retorno de Tevez a Boca. Sin embargo, el presidente del club, Daniel Angelici, es uno de los principales articuladores del operativo regreso.

La realidad futbolística de Tevez de ninguna manera hoy puede promover las expectativas que generó cuando llegó proveniente de la Juventus en julio de 2015.

En ese momento nadie imaginaba que podía abandonar Boca a corto plazo. Quizás ni él mismo lo sospechaba. Retirado Riquelme en diciembre de 2014 vistiendo la camiseta de Argentinos Juniors, quedaba Tevez como un fuerte símbolo de pertenencia boquense. El ídolo había vuelto para ganar la séptima Copa Libertadores con Boca e igualar las conquistas de Independiente. Pero no pudo ser. Cayó en semifinales ante el modestísimo Independiente del Valle.

Lo que se instaló en la superficie es que aquel ídolo ya no lo es tanto. Resignó idolatría por una montaña de euros. No es de ninguna manera un cargo con pretensiones moralistas. Es una realidad objetiva. Le salió bien a Tevez la apuesta en términos pragmáticos. Estuvo un año en China, jugó poco y nada, se trajo una montaña de euros (la mitad de lo que le hubiera correspondido si se quedaba por dos temporadas) y ahora casi al borde de los 34 años que cumplirá el 5 de febrero, volvería para cerrar el círculo que dejó abierto, aunque comentarios muy preliminares que llegan desde Europa plantean cierto interés del Flamengo de Río de Janeiro por contratarlo.

Es una estrella en decadencia, Tevez. Y no debería perturbar a nadie la palabra decadencia. Próximo a los 34 años, todos los jugadores están en decadencia. Hasta los mejores del mundo. Como lo fueron Maradona, Pelé y Cruyff, por citar tres casos testigo. Alfredo Di Stéfano fue una excepción clamorosa: hasta los 38 años siguió brillando en el Real Madrid.

Tevez hace rato dejó de brillar. Sus últimas e improductivas presentaciones en la Selección que conducía Gerardo Martino también lo demostraron. Incluso en Boca durante la segunda mitad de 2015 y todo el 2016, solo logró reencontrarse con el mejor Tevez en la recta final del año frente a San Lorenzo, Racing, River y Colón.

Si se concreta en enero de 2018 su nueva vinculación con Boca después de acordar en el plano económico su salida del Shanghai Shenhua en 6 millones de dólares, la posibilidad de compartir el año próximo el plantel junto a Wanchope Abila, Cardona, Pavón y Benedetto (ante Racing se rompió los ligamentos cruzados de su rodilla derecha, lo que le demandará entre 6 y 8 meses de recuperación) parece de muy difícil realización. Un par de ellos es probable que emigren: ¿Cardona y Pavón?

Por otra parte, no conserva Tevez la chapa de líder que parecía ostentar en Boca cuando se sumó al equipo en julio de 2015. Haberse ido a China como se fue, anunciándolo en una plataforma digital, no lo dejó bien parado frente al plantel.

Por el contrario: perdió autoridad y credibilidad. Cuando un líder o un aspirante a serlo abandona su territorio sin dar ninguna explicación convincente, si genera algo en particular es solo desconfianza.

Por eso si vuelve, como lo desea Angelici y como se presume que va a ocurrir, no va a encontrar Tevez en Boca un lecho de rosas. Ni afuera de la cancha (los hinchas no parecen celebrar su probable regreso) ni adentro del vestuario.

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