Decir que la realidad supera a la ficción suele ser un lugar común. Pero la historia que cruza a la familia Balbo con Oscar Eduardo Gómez es increíble, dolorosa y trágica. Gómez, según confirmó la fiscal Liliana Sánchez, es el instigador de la paliza a Emanuel Balbo, cuyo estado es irreversible. Cinco años atrás había matado a Agustín Balbo, el hermano menor de la víctima del clásico cordobés.
La muerte de Agustín sucedió el 25 de noviembre del 2012. Tenía 14 años, y viajaba en moto junto a Enrique Díaz, un amigo suyo de 15 años. Andaban tranquilos por la calle en la madrugada cuando un Volkswagen Golf los atropelló. Estaba corriendo una picada en pleno barrio Ampliación Ferreyra, una zona humilde de las afueras de Córdoba.
El Sapo Gómez manejaba un Golf rojo. Ese auto embistió a la moto: Balbo murió en el momento, mientras que Díaz alcanzó a llegar a una clínica, pero falleció minutos después. A Javier Navarro, el conductor del otro vehículo, la policía lo atrapó en el momento. Pero Gómez se escapó: lo agarraron horas más tarde, a pocas cuadras del lugar de la tragedia. Según las pericias policiales, ninguno de los dos estaban borrachos o drogados: sencillamente corrían una picada furiosa en el medio del barrio, entre la gente, entre los autos.
Pero ambos tenían antecedentes penales por drogas y otros delitos.
Esa tragedia desató la furia en el barrio. Después de velar a uno de los fallecidos, cerca de 30 jóvenes volvieron al barrio a buscar venganza. Primero arrojaron piedras contra la comisaría. Después, contra el cordón de policías que defendían las casas de los asesinos, que estaban detenidos. Quemaron el auto de Gómez. Y se metieron en la casa de su suegra, y la prendieron fuego. El caso tuvo mucho seguimiento en los medios provinciales.
"Ellos (los supuestos homicidas) no merecen vivir acá en la comunidad. La familia no es mala, es gente trabajadora. Es lamentable lo que pasó. La mayoría de los chicos que participaron son buenos. Fue un momento de ira”, dijo Oscar Ávila, presidente del centro vecinal del barrio.
La justicia había imputado a los acusados como responsables de un "homicidio culposo y agravado". Víctor Chiapero, fiscal responsable de la investigación, señaló en aquel entonces que "los primeros indicios indican que había una picada como origen de este desenlace". Sin embargo, Gómez y Navarro fueron liberados después de un mes. Pudieron hacer su vida sin inconvenientes. No tenían restricciones para ir a los estadios de fútbol. Simplemente aguardaban el juicio —que todavía no tiene fijada la fecha— en libertad. No tiene sentencia firme.
Ayer Gómez vio a Emanuel Balbo en la popular de Belgrano. Lo vio y lo etiquetó como hincha de Talleres. Lo hizo desde arriba, escondido entre otros hinchas. "Es poco hombre", denunció Raúl Balbo, padre de Emanuel, el domingo a la tarde. Después, lo que se vio en fotos y videos: distintos hinchas le pegaron a la pasada y lo obligaron a tirarse de la tribuna. Balbo, ahora, está en estado vegetativo. Gómez, en cambio, está prófugo.
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