Juan Manuel Insaurralde pierde las pulgas rápido. No controla sus reacciones: reacciona fácil, y no mide las consecuencias. En la mañana del martes se trompeó feo con Jonathan Silva, compañero suyo en la defensa de Boca. Guillermo Barros Schelotto los echó a ambos del entrenamiento de Boca, y el futuro de los jugadores ahora es una incógnita.
Pero no es la primera vez que el chaqueño se agarra a piñas. En otro entrenamiento Xeneize, en 2011, se cruzó con Jesús Méndez. El volante venía trasportando una pelota cerca del área, cuando el defensor lo cruzó con la pierna alta, le soltó un pelotazo y le tiró una mano a la nuca. Después, amagó a pegarle otra en la cara. Los separaron rápido y la tensa situación se diluyó.
En Grecia, cuando jugó en el Paok, le pegó una piña en la cara a N'Dinga, un futbolista del Olympiakos. La escena pasó desapercibida para el árbitro, que apenas le sacó una tarjeta amarilla. El jugador pareció descargarse con esa trompada: en su cara se desató una especie de furia.
Durante el último Superclásico de verano, que culminó con victoria de River por 2-0, también fue protagonista. En el medio del tumulto que se armó cerca del final del partido, Insaurralde le pegó a Sebastián Driussi y empujó a Jorge Moreira. Néstor Pitana, árbitro del amistoso, lo expulsó.
Ahora el futuro del marcador central es una incógnita. "Si quieren no vuelvan más", le gritó el entrenador. ¿Qué pasará con el futuro del ex Newell's?