En el fútbol la tecnocracia avalada por un software más o menos sofisticado o directamente inexistente, determinó en España, por ejemplo, que Messi es uno de los jugadores que menos kilómetros corre por partido. Algo así como 8 kilómetros y medio, a diferencia de otros compañeros de equipo del Barcelona que corren 11,12 o 13 kilómetros por encuentro.
El dato, que por otra parte, es incomprobable, intenta en vano, denunciar o revelar algo valioso para la lógica del fútbol. En realidad, el dato no sirve para nada. Porque no aporta nada sustancial. Como tampoco sirve para nada detenerse en la cantidad de pases correctos o incorrectos que dio un jugador. ¿Qué es un pase correcto? ¿Un pase a dos metros que cae en los pies de un compañero? ¿Qué es un pase incorrecto? ¿Un pase de 30 metros que por centímetros no llega a destino? Este seguimiento tampoco sirve para nada, salvo para confundir.
La lista de datos irrelevantes podría continuar con la cantidad de saques laterales que tuvo que producir un equipo. Con la cantidad de saques desde el arco. Con la cantidad de minutos que permaneció en campo adversario o en campo propio. Con la cantidad de pelotas laterales que jugó. Con la cantidad de pelotas hacia atrás que jugó. Con la cantidad de remates que ejecutó por arriba del travesaño o al lado de los postes. Con la cantidad de oportunidades en que habilitó a su arquero con la cabeza, con los pies o con el pecho. Con la cantidad de pases efectuados con la pierna derecha y con la pierna izquierda. Con la cantidad de veces que un equipo rechazó y la pelota cayó en la tribuna o en la platea. Y así hasta el hartazgo.
Por supuesto que podrían extenderse estos relevamientos al plano individual. Y hacer una ficha precisa y pormenorizada de cada jugador. ¿Para qué serviría semejante almacenamiento de datos, más allá de llenar archivos en una computadora o planillas en un papel? Para nada importante.
No se trata de negar los avances aplicados al fútbol en la medicina preventiva o posterior a una lesión, en la alimentación, en las rutinas de entrenamientos para optimizar capacidades físicas y en la consulta y apoyo sicológico. De lo que se trata es de no tomar en serio datos sueltos que no enriquecen al fútbol. Por el contrario: lo frivolizan. Lo subestiman. Y lo meten en la maquinaria de las estadísticas que solo aportan numeritos que van y vienen. Es lo que aquel brillante periodista que fue Dante Panzeri (nació el 5 de noviembre de 1921 en Rosario, murió el 14 de abril de 1978) definió como el espacio de "los charlatanes con información". O los chantas consagrados.
La verdad es que el juego del fútbol siempre estuvo fuera de control. Nadie puede controlarlo desde afuera. Solo lo controlan los que juegan y en el momento en que juegan. Por eso que la tecnocracia pretenda encerrarlo en dimensiones estadísticas es una aspiración que derrama desconocimientos e ignorancias para leer y entender el fenómeno futbolístico.
Si Messi tiene un recorrido en kilómetros más amplio o menos generoso que algunos de sus compañeros, no expresa nada. Apenas justifica al que se preocupó en obtener ese dato. Que además no se sabe si es verdadero. Y si lo fuera, ¿qué significaría? ¿Y que valor agregado tiene?
La tecnocracia y los tecnócratas siempre vivieron a contramano de la sensibilidad, de la ideología, de la ética y del contexto. El show del fútbol a veces los suma. Aunque su perspectiva es restar. Y confundir a los que están dispuestos a confundirse.
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