No pudo Lanús. Lo superó Gremio en la final de la Copa Libertadores. Pero es necesario observar la película completa del equipo argentino conducido por Jorge Almirón. No sirve ver una edición fragmentada para interpretar la verdadera dimensión de su legado futbolístico. Aquella frase de Carlos Bilardo ("De los segundos no se acuerda nadie") que quedó desestimada por la realidad. El rescate de la memoria.

Es cierto, no le alcanzó a Lanùs. No le alcanzó para ganar la Copa Libertadores que conquistaron Independiente, Boca, Estudiantes, River, San Lorenzo, Argentinos Juniors, Racing, Vélez. No pudo. Perdió en Porto Alegre 1-0 y perdió de local 2-1.

Supo decir hace muchos años Carlos Bilardo que “de los segundos no se acuerda nadie”. Frase desafortunada si las hay. De aquella Holanda maravillosa de 1974 que iluminó al fútbol de la mano de Johan Cruyff nos acordamos todos. Hasta aquellos que nacieron después del 74. El legado conceptual de esa selección aún perdura. Y no salió campeón del mundo. El campeón en Alemania 74 fue, precisamente, Alemania bajo la influencia de ese jugador colosal que fue Franz Beckenbauer. Pero nadie evoca a Alemania. Todos nos quedamos con Holanda. Con su fútbol. Con su pressing. Con su circulación de la pelota. Con su idea revolucionaria. Con su dinámica. Con su ritmo. Con su impresionante ferocidad ofensiva. Con su fútbol total.

No ganó Holanda. Cayó en la final 2-1 en Munich. Por supuesto no hay paralelo posible con Lanús. Pero la figura plena de aquella Holanda inolvidable se nos aparece para reconfirmar que es falso que “de los segundos no se acuerda nadie”, como sentenciaba Bilardo hace varias décadas.

De los segundos también se guardan grandes recuerdos. Como de ese Huracán que en el Clausura 2009 no pudo consagrarse en el cruce definitorio ante Vélez, cuando el árbitro Gabriel Brazenas fue un protagonista no deseado del partido. Salió campeón Vélez, pero los flashes de la memoria colectiva se posan una y otra vez en aquel Huracán que conducía Angel Cappa, sostenido en las presencias de Bolatti, Pastore, Toranzo, Domínguez y Araujo, entre otros.

Lanús fue el subcampeón de la Copa Libertadores. No logró levantar el trofeo. Pero nadie va a olvidarse de este Lanús. Del tránsito por la Copa. De las emociones indescriptibles que promovió. Por ejemplo en la semifinal frente a River cuando en desventaja casi terminal produjo una levantada espectacular que quedó marcada como una auténtica hazaña futbolística.

Este ciclo de Lanús dirigido por Jorge Almirón no podrá relativizarlo nadie. Está ahí. En las páginas doradas de su historia. En las alegrías desbordadas de su gente y en las lágrimas de sus protagonistas e hinchas que no pueden detenerse. El equipo llegó hasta su propio límite. Y se encontró con un adversario que lo superó allá y acá. Lo superó en el juego. Y en el resultado.

No hay margen para elaborar explicaciones complejas. Gremio fue un merecido campeón de la Copa Libertadores. No le sobró fútbol, pero fue más certero y más lúcido que Lanús para interpretar los partidos de ida y vuelta.

¿Qué le faltó al equipo argentino? Quizás mayor serenidad para leer la revancha en Buenos Aires. Jugó apurado, nervioso, impreciso. Y lo pagó carísimo en el primer tiempo. Pero quedarnos con el desarrollo del capítulo final y no mirar la película completa es un acto de injusticia y oportunismo imperdonable.

Es imprescindible recorrer todo lo que hizo Lanús hasta desembocar en el último episodio. Sirve para ver el contexto. Su búsqueda que vale la pena reivindicarse. Su mirada para atrapar los misterios siempre irrepetibles del juego. Y aunque reiteramos que en Porte Alegre advertimos una claudicación estratégica para afrontar el partido, no sería inteligente enfocarnos en aquella noche. En los errores de aquella noche. O en los errores de la noche del miércoles 29 de noviembre, cuando Gremio se consagró.

“De los segundos no se acuerda nadie”, comentaba Bilardo convencido y pretendiendo convencer al resto. Por suerte, no lo logró. El reconocimiento a Lanús trasciende el valor simbólico de aquellas palabras. Es el reconocimiento a una idea. Y aunque el objetivo no se conquistó, Lanús igual ganó.

Porque eso va a rescatar la memoria. Y eso va más allá de una vuelta olímpica.

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