La tradición todavía se repite. No es tan fuerte: hoy, cualquiera que maneje algún programa de diseño, puede armar su propio "meme" y viralizarlo. Sin embargo, en el medio de la marea de chistes que invaden los teléfonos celulares, aunque con menos peso, las calles empapeladas por la alegría del triunfador. Es que ganar, además de quedarse con tres puntos, es eso: tener el derecho de embellecer la ciudad a su gusto, de recordarle al otro que su lunes es más triste que de costumbre.
River fue el primero en implementar el método afiche. Fue para incentivar a los hinchas antes de la final de la Copa Intercontinental contra Juventus, en 1996. Boca arrancó con los cruces, las cargadas a su "enemigo", en el '97. Fue después del 2-1 "Xeneize" en el Monumental. Eran pollitos —en honor al mítico apodo de "Gallinas"— siguiendo a un botín con las medias azules y oro.
Los pollitos y las gallinas fueron íconos en los carteles boquenses: aparecieron sentados en divanes, vacunados ("Un buen padre siempre vacuna a su hijo antes del invierno"), en cochecitos, amarillos haciendo la franja en un fondo azul, en huevos con la banda blanca, abrigados.
Los de Núñez siempre apelaron más a la creatividad. Sus tónicas siempre variaron, jamás se encajó en un estilo. Uno recordado, después del 2-0 del 2004 con goles de "Gata" Fernández y Nelson Cuevas, fue una tanga con los colores boquenses: "Te olvidaste esto en casa", remarcaba.
Hoy en día, la costumbre se contamina con el exceso de oferta que ofrece internet. River, después de ganarle a Boca en La Bombonera en el último superclásico, salió a la calle. Pegó una banda roja, simple, con la inscripción "Volvió River". Boca no tardó en responder: "Nunca nos fuimos", en negro y con los colores típicos del club de La Ribera detrás.
El lunes, si el fútbol nos da una victoria para cualquiera de los dos, quizás, Buenos Aires aparezca decorada.
Mirá algunos afiches históricos:
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