Tras la histórica goleada a River, los xeneizes volvieron a entrenarse en el complejo Pedro Pompilio. Abundaron las bromas y la práctica se desarrolló bajo un clima festivo. Además, se confirmó el arribo de Lodeiro.
La vida es color de rosa para Boca. Y eso que hace rato cambió y dejó de utilizar esa camiseta alternativa que dio para la chanza de propios y, sobre todo, extraños. La situación del Xeneize dio un giro de 180 grados y pasó de la enorme tristeza que generó el cierre de 2014, a un regocijo descomunal por un arranque de 2015 que arrojó una catarata de acontecimientos agradables para los hinchas del club de la Ribera.

Es por ello que en la vuelta a los trabajos, por La Boca se vivió un clima festivo y acorde al presente de una institución que empezó a saborear su revancha. No faltaron las bromas, las sonrisas y la satisfacción por haber tenido un verano a pura conquista.

Hacía mucho que un entrenamiento no se disfrutaba tanto. No reinaba una paz tan grande como la mismísima Bombonera, el templo que descansaba a unos metros y que se alcanzaba a divisar desde donde los dirigidos por el Vasco Arruabarrena continuaban con la puesta a punto.

Es que la suerte parece haber cambiado para el Xeneize desde esa recordada eliminación a manos del Millonario en Sudamericana y parece haberse amigado con el éxito. Ganó los dos clásicos y el partido desempate con Vélez, los tres más importantes del verano, y llega en alza al inicio de la temporada.

En lo que respecta a la actividad, se trabajó en el complejo Pedro Pompillo, en donde lo más importante pasó por la recuperación de Gino Peruzzi, que lo hizo con normalidad juntos a sus compañeros. Esto es una gran noticia para el entrenador, ya que el lateral por derecha -uno de los refuerzos- llegó desde el Catania con un desgarro y aún no ha podido hacer su presentación en el elenco de la Ribera.

En tanto, los que se movieron de manera diferenciada fueron Luciano Monzón y Jonathan Calleri, quienes terminaron con distintas molestias físicas luego del clásico con River.

Algunos pueden irse

La aparición de los juveniles en los partidos de verano dejó muy satisfecho al Vasco, que analiza y ve con buenos ojos sumarlos al plantel profesional. Esto hace que empiece a barajarse la posibilidad de achicar un plantel que, actualmente, cuenta con 34 jugadores.

La idea es trabajar con 30 menos, por los crecen las chances de que Gonzalo Castellani, Claudio Pérez, Emanuel Trípodi y Federico Bravo dejen el club y vayan a buscar continuidad a otra institución, aunque la decisión la tendrán los mismos futbolistas.

Aunque también se nombró a Emmanuel Gigliotti, en caso de que llegue Daniel Osvaldo, finalmente el delantero seguirá en Boca. Al igual que Sebastián Palacios, que también se ganó un lugar en la consideración

      Embed