La Brujita cargó la responsabilidad de la crisis de la selección en la dirigencia y se apuntó con el dedo al espejo: el año pasado él mismo anunció haber sido elegido para encargarse del ámbito de los Juveniles.

La selección es tierra arrasada. El desempeño en el último mundial eyectó a otro director técnico, pero Jorge Sampaoli no representó la causa del problema sino las consecuencias de la inexistencia de un proyecto. Juan Sebastián Verón cuestionó a la dirigencia y sin pretenderlo se señaló con el dedo. Se jactó de haber sido nombrado como encargado de las juveniles y de acercar a Hermes Desio a la AFA, a la vez que negó su responsabilidad en el presente, por no haber sido nombrado formalmente en el cargo.

“El dirigente tiene la culpa de lo que pasó en el Mundial. La elección del próximo entrenador de la Selección Argentina no debe ser un cabildo abierto porque así no te pones de acuerdo nunca", dijo Verón en declaraciones a TyC Sports, pero no aclaró si hablaba como parte de la AFA que critica.

Hace poco más de un año, anunció su rol como encargado de la juvenil y acercar a Desio, quien comanda la estructura que tiene a Pablo Aimar y Diego Placente como entrenadores en Sub 15 y 17, respectivamente. Sin embargo, no se siente parte del fracaso que él subraya. “Oficialmente nunca me nombraron, colaboré en ese momento, sí”, admitió también en TV.

Más allá de Verón, sus dichos dejan expuestas las características de este campo arrasado que perdió la fertilidad y no pudo sacar nada después de la cosecha que -a excepción de Lionel Messi- parece haberse agotado sin que otras semillas germinaran. El propio Tapia le reconoció a Luis Menotti que su estructura sigue vigente a 40 años de su instalación. José Néstor Pékerman supo hacer rendir esos frutos.

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Es que mientras los dirigentes dirimieron en manos de quién quedaría el poder disponible como herencia de Julio Grondona, la selección se manejó en piloto automático. No hubo proyectos, sino alternancia de entrenadores, sin continuidad de ideas. Si en la tribuna los hinchas entienden que pasan los jugadores, los dirigentes y son ellos quienes sostienen la identidad de un cuadro, el seleccionado se corporizó en el grupo de jugadores que llegó a la final de un mundial en el pináculo de su madurez.

Después de Alejandro Sabella, el último ungido por Don Julio, cada autoridad en AFA se ocupó de contratar un DT que pudiera administrar esa voluntades. Luis Segura contrató al Tata Martino; Armando Pérez a Edgardo Bauza y Chiqui Tapia a Sampaoli. Ninguno pudo sostener un proyecto.

Si los dirigentes todavía esperan un nombramiento para ponerse a disposición de la refundación de la selección, entonces no va a importar quien sea el elegido para que la camiseta vuelva a tener la consideración que tuvo. Si Verón espera que el presidente lo nombre para poner su linaje, experiencia, capacidad y al servicio del proyecto, entonces Tapia también se equivocó al darle la responsabilidad en abril de 2017.

El desafío de la AFA es retomar el camino por el que la selección argentina fue potencia, o explorar nuevos si los ya transitados son viejos. Si el mundial fue un aviso, es más desesperante que quedar fuera de competencia en octavos: algunos dirigentes parecen estar más tentados en dirimir el poder y si eso va a concentrar las acciones, la selección seguirá en piloto automático y a la selección la dirigirá el Gran Bonete.

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