Ailén Fernández, la vida a 300 km por hora

Desde intentar impedirle participar en competencias, hasta destratos o -incluso- anotándola en diferentes categorías para que no pueda sumar los puntos obtenidos en sus carreras.

En la pista, Ailén esta lejos de ser un piloto más. Las veces que compitió hizo podio y eso molesta a muchos de sus pares locales. Pero llama la atención en el exterior, desde donde empezaron a invitarla para participar en competencias internacionales.

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Recibida de Técnica Mecánica y Electrónica de motos en el ITCA (Instituto Tecnológico de Capacitación Automotriz) y mientras prepara los exámenes finales para la UTN (Universidad Tecnológica Nacional), Ailén Fernández no deja que nadie toque su Yamaha de 300 cc rosa y blanca, con la que la mantiene una relación especial.

Máxima Velocidad

Con su 1,62 de altura y 48 kilos, Ailén Fernández llega a desarrollar 300 km por hora en las pistas, manejando motos que pesan entre 200 y 230 kg.-casi cinco veces su peso- y con un traje especial que le suma unos 12 kg más. Sus sensaciones, la adrenalina y el momento en el que descubrió que la velocidad iba a ser parte fundamental de su vida.

Imágenes capturadas con Moto G 82

Mi primera moto

Si bien su pasión por los fierros viene desde la cuna, Ailén Fernández tuvo que esperar "una eternidad" para poder tener su propia moto y que entendieron que lo de ella no era un capricho.

Nunca le importó que fuera un mundo lleno de hombres. Desde muy chica sus padres la acompañaban a las exposiciones de autos, esos lugares que la hacían tan feliz.

La Bella y las bestias

La lucha por hacerse un lugar en un mundo absolutamente machista, y por momentos retrógrado. Ailén participa en categorías "mixtas" en la cual ella es la única mujer entre 30 hombres. Femenina, competitiva y tenaz, esta joven de 25 años no se amilana, a pesar de que el comportamiento de sus pares, algunas veces deje mucho que desear.

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Ailén Fernández y su moto de calle

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El accidente

En 2022, Ailén Fernández tuvo un grave accidente que pudo costarle la vida. No fue en una carrera, sino en la ciudad. "La calle es más peligrosa que la pista" asegura. Sus prevenciones y "su protección especial" hicieron que fuera sólo una anécdota, a pesar que la moto tuvo destrucción total.

Súbete a mi moto

Correr sin moto fue el primer paso que dio Ailén Fernández para ingresar en el mundo de las competencias, solo un escalón para llegar a tener la suya, con la que logra una conexión especial. Ella y su máquina forman una sola entidad, que actúa coordinadamente. Cómo llegó a tener el número y el color que ya la identifican en todas las pistas.

Sueños y preparación

Ser una referente para chicas que quieren ingresar al mundo del motociclismo es un sueño cumplido para Ailén Fernández. ¿Cuáles son los sueños que quedan por cumplir?. ¿Cómo es la preparación física y mental que requiere cada competencia?. La relación especial con su moto y la fantasía de ser un Transformer.

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Ailén y los hombres

Para una mujer joven, decidida y que sabe lo que quiere, la relación con los hombres no parece un tema de fácil resolución. Los candidatos que se acercan y los que se alejan -o ni se animan- porque le tienen "miedo".

¿Quién esa chica?

En la soledad más absoluta, sin equipo y dependiendo de la buena voluntad y los tiempos de sus padres y sus amigos, Ailén Fernández construye su carrera y sueña con su propia escudería. Agradece el apoyo incondicional de la gente, y recuerda que en los comienzos, cuando llegaba a algún circuito, con su presencia y su moto rosa, los curiosos se preguntaban ¿Quién es esa chica?.

Lejos de la queja por las trabas que implica hacerse de un lugar en un terreno tradicionalmente de hombres, Ailén Fernández avanza con paso firme, superando los obstáculos y con un objetivo claro, como una hábil jocketa sobre su caballo de metal, busca cruzar el disco.

Sabe que el camino no es fácil, pero también es consciente de todo lo que ha logrado en estos pocos años que, pandemia mediante, le han permitido tener un nombre dentro del motociclismo argentino.

El camino es largo y seguramente habrá algunos tragos amargos esperándola, pero no parece preocuparla demasiado a la joven Ailén, que desconoce el significado de la palabra derrota, y que ya conoce cual es el sabor que tiene la victoria.