Apenas me llega el dato de que el sábado habrá una marcha al Congreso de la Nación para exigir la aparición de Anahí Benitez, marco en el teléfono el número de Silvia, la mamá de Anahí, para que me lo confirme. “Si antes no aparece, sí”, contesta. Me quedo un rato en silencio. Retomo el aliento y le sigo preguntando: si hay novedades, si están rastrillando. Silvia no recuerda el nombre exacto de la organización que está convocando para el sábado, a las 15. Piensa. Pero no hay caso. “Te imaginarás que en estos momentos, no puedo recordar el nombre”. Le digo que por supuesto, que entiendo.
Agradezco, le mando un abrazo. Corto. Me quedo temblando. “Si antes no aparece”, me dijo Silvia. Los periodistas, los medios, necesitamos chequear, adelantarnos y publicar algo. Y no pensamos qué pasa si antes aparece. Pero ¿cómo una madre no va a pensar que su hija puede aparecer antes? ¿Cómo no va a desearlo con toda su alma, sus entrañas, su cuerpo entero?
La mamá de Anahí se cansó de contestar preguntas de periodistas que le preguntaron si había discutido con su hija, si alguna otra vez había desaparecido, si Anahí tenía noviecitos, si iba a bailar si bla bla bla. Ella misma se adelantaba, en las últimas notas, a aclarar: “No tenía vicios. Estaba feliz. No tenía motivos para irse”. Como si hiciera falta aclararnos. Porque sí hace falta hacerlo en la Justicia. Cualquier detalle puede direccionar la investigación. Pero a nosotros, ¿para qué? ¿Qué nos importa?
Anahí salió a caminar el sábado pasado, a las 17.30, por su barrio, cerca del Parque “Eva Perón” de Lomas de Zamora. No volvió. Silvia está segura de que su desaparición fue forzada. Y se sospecha de una red de trata.
Los amigos, los compañeros de la Escuela Superior Antonio Mentruyt de Banfield y la familia organizaron varias acciones en Lomas de Zamora para visibilizar la desaparición de Anahí. Este miércoles, después de una multitudinaria marcha, el ministerio de Seguridad decidió poner una recompensa de hasta 500 mil pesos para quienes aporten datos certeros a la investigación.
Este sábado habrá una concentración, a las 15, en el Congreso. Pero Silvia no piensa mucho en eso. Piensa en que, antes del sábado, Anahí va a aparecer. Ojalá así sea. Y ojalá que, cuando aparezca, más tarde o más temprano, no empecemos a vomitar odio y resentimiento ni levantemos el dedito acusador que alzan los que parecen nunca haber sido adolescentes ni, mucho menos, haberse equivocado. El dedito de los dueños de la moral, la ética y las buenas costumbres que, antes de levantar, hay que pensarlo una, dos, 100 veces.
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