El Papa Francisco abunda en gestos para con sus visitantes y, cuando se trata de un argentino, la conexión siempre tiene un agregado. Esta vez le tocó a Maximiliano Acuña, un joven de 33 años que en marzo de este año, mientras realizaba su trabajo como recolector de basura, sufrió un golpe que le cambió para siempre la vida.
Aquella jornada laboral, Acuña estaba en plena Juan B. Justo casi esquina Vera, en el barrio porteño de Villa Crespo, cuando fue embestido por un auto a 130 kilómetros por hora. Como consecuencia del impacto, perdió sus dos piernas y, de acuerdo al primer diagnóstico de los médicos, en el mejor de los casos quedaría en estado vegetativo o con serios daños neuronales.
Pero al tercer día, Maximiliano salió del coma y al quinto día ya estaba en sala normal. No tardó en volver a su casa para cuidar a sus cinco hijos.
El legislador Gustavo Vera fue el encargado de contarle la historia a su amigo el Papa. Y Francisco hizo el resto: en julio llamó por teléfono a Acuña. Acuña lo contó así: “Me dijo ‘soy el Papa Francisco, me mandó una carta un compañero (en alusión a Vera), me emocionó y me llegó mucho la fuerza que tenés. Siempre para adelante, que sos un ejemplo’”.
El Papa también le dijo que, como todavía no tenía previsto venir a la Argentina, lo esperaba en Roma. Y hacia allá fue Maximiliano, junto al secretario gremial de la CGT, Pablo Moyano, y una comitiva del Sindicato de Camioneros, que junto a Vera promueven declarar el 22 de marzo como el “Día del recolector de residuos”.
En un breve diálogo, Francisco le preguntó al secretario adjunto del Sindicato de Camioneros por su padre, Hugo Moyano, y por la actualidad del gremio. Y el dirigente sindical, uno de los más críticos del Gobierno, le contestó: “Vamos a luchar contra la reforma laboral”.
Para finalizar el contacto que se dio en la Plaza de San Pedro, Pablo Moyano le regaló un pequeño camión de juguete en nombre de la entidad sindical y el Sumo Pontífice bendijo a la comitiva que viajó hacia El Vaticano.
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