José Aguirre murió de COVID-19 aislado de su familia y los compañeros de más de treinta años del hospital Rivadavia. Un día antes de su internación le llevó la plata del alquiler a su hermana, con quien vivía junto a sus hijos

El enfermero José Aguirre murió de coronavirus este domingo en el sanatorio Anchorena de la Ciudad de Buenos Aires, aislado de sus hijos, sus nietos, su pareja y los compañeros de más de treinta años de servicio como enfermero en el hospital Rivadavia, de Recoleta, donde trabajaba con equipos de protección que compró por su cuenta y días antes de su internación le habían negado la posibilidad de testearse.

José tenía 56 años y con su primer pareja había formado una familia que completan sus hijos Paola, de 30 años de edad, que le dio dos nietos; Johanna de 29, que le dio tres; Franco de 25 y Ezequiel de 20.

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Todos ellos recibieron la noticia de su muerte el domingo 21 de junio, Día del Padre.

Además, desde hace 15 años José dividía su tiempo fuera del hospital entre la casa que compartía con su hija Johanna en la localidad bonaerense de La Tablada, y el departamento en el barrio porteño de Palermo de Olga, su pareja de los últimos 15 años.

Albertina, enfermera del Hospital Rivadavia y compañera de José, dijo a Télam que "José vivía con una de sus hijas porque uno de sus nietitos tiene una discapacidad y él necesitaba ayudarla, por eso para ayudarla a pagar el alquiler es que hacía tantos módulos extra en el hospital; y yo creo que un poco el cansancio acumulado y otro poco el estar rotando por salas con pacientes Covid-19 es que se terminó contagiando".

Franco Aguirre, hijo de José, contó a Télam que "el día anterior a quedar internado, papá vino hasta La Tablada para darle plata del alquiler a mi hermana Johanna porque él vivía con ella y sus hijos para darle una mano, y después se fue al departamento de Olga en Palermo, así que las dos ahora están en aislamiento pero hasta el momento no tienen síntomas".

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José compartía con su familia sus vivencias como enfermero y, como a tantos padres, le gustaba que sus hijos conocieran su lugar de trabajo.

"En la familia yo era el que más hablaba con él sobre su trabajo, siempre me hablaba de sus pacientes y de cómo evolucionaban. También me acuerdo que cuando yo era chiquito muchas veces me llevó a la sala de enfermería y yo jugaba con muchos de sus compañeros a los que recordaba cuando me llamaron durante todos lo días que papá estuvo internado", recordó el hijo del enfermero.

Albertina, que compartió horas de trabajo con José, resaltó su compañerismo.

José era un licenciado en enfermería con muchísimos años de experiencia en el hospital, tenía una gran vocación que lo hacía muy cuidadoso y atento con cada paciente -recalcó Albertina-. El fue un compañero en todo sentido, a los que recién se iniciaban los ayudaba y los acompañaba, y siempre estaba para ayudar a cualquier compañero que necesitara ayuda”

La familia y sus allegados recibieron la noticia del hisopado positivo el 9 de junio.

Franco añadió: "Papá quedó internado ese día y, aunque todo fue muy rápido, él siempre intentó mantenernos calmados a nosotros a pesar de que era muy consciente de la gravedad del cuadro porque era obeso e hipertenso, y como fumó mucho de chico cuando le estudiaron los pulmones le diagnosticaron Epoc".

Como todos los pacientes Covid-19, desde ese momento el enfermero sufrió el distanciamiento de sus seres queridos.

"Los primeros días de internación en el sanatorio, papá se mantenía en contacto con nosotros por teléfono, pero después dijo que eso lo estresaba y dejó de usarlo, y cuando la enfermera nos avisó que lo trasladaban a terapia intensiva tampoco quiso hablar con nosotros; creemos que fue para no quebrarse o asustarnos", recordó Franco.

El hijo remarcó que "días antes de caer enfermo, cuando diagnosticaron con Covid-19 a otros enfermeros del hospital, él me pidió que le busqué en internet insumos de protección personal de buena calidad para comprarlos él mismo y tenerlos porque no sentía que los que le proveía el hospital fuesen suficiente, también me contó que varias veces le negaron los barbijos".

"Él se empezó a sentir mal unos días antes de quedar internado y pidió en el hospital que le hagan el hisopado pero se lo negaron; no sé si tener el diagnóstico dos o tres días antes le hubiese salvado la vida, pero no entiendo por qué no accedieron a testearlo si otros compañeros de trabajo ya habían dado positivo", subrayó.

Albertina subrayó: "yo trabajé con José hasta su último día en el hospital, ahí ya teníamos varios compañeros que habían dado positivo y sabíamos que uno de los pacientes que estábamos atendiendo era Covid-19; después que lo internaron yo tuve un incidente en el que mientras atendía a un paciente se me cayó el barbijo que nos provee el hospital y es de mala calidad; fui a pedir que me hicieran el hisopado y me lo negaron por lo que me tuve que ir a que me lo hagan en la obra social".

Albertina resaltó el cuidado que tienen los trabajadores de la salud a la hora de enfrentar al coronavirus, que no siempre es suficiente.

"Los trabajadores de los hospitales nos cuidamos mucho porque no se trata solo de la vida de los pacientes, sino de las nuestras y las de nuestras familias, quisiéramos que toda la sociedad entienda que estamos en la primera trinchera de una guerra contra un enemigo que no se puede ver y que hace falta la colaboración de todos porque mucha gente está muriendo", concluyó la enfermera.

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