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Marcelo Novillo lleva adelante un incansable reclamo de Justicia por el crimen de su hijo Adrián, de 16 años, a manos de una patota en Quilmes, en junio de 2014.
Sin que nadie lo viera, el hombre trepó por los andamios y ascendió hasta la cúpula. La tranquilidad dominguera de la zona de Congreso se vio alterada por la actitud de Marcelo Novillo, quien comenzó a amagar con lanzarse al vacío desde lo más alto de la exconfitería El Molino. Durante dos horas tuvo en vilo a seis patrulleros, una dotación de bomberos, cientos de transeúntes que pasaban por el lugar y miles de televidentes que lo observaban en vilo en los canales de noticias.
Finalmente fue rescatado. Cuando las cámaras lo enfocaron, lanzó un grito: "¡Ni un pibe menos!". Para entonces, ya se conocía su dolorosa historia: su hijo Adrián, de 16 años, fue asesinado por una patota el 16 de junio de 2014 a la salida del boliche “Space”, en el partido bonaerense de Quilmes.
Desde entonces, Marcelo Novillo encabeza una incansable búsqueda de Justicia por el crimen de su hijo. Imprimió remeras con la cara del joven, organizó decenas de marchas en pos del esclarecimiento del caso, llevó adelante huelgas de hambre frente a la Municipalidad de Quilmes, se unió a otros padres cuyos hijos también fueron víctimas fatales de la inseguridad. Se lo vio en la marcha que vecinos de Flores realizaron el 26 de diciembre pasado en la puerta de la comisaría 38, a raíz del crimen del adolescente Brian Aguinaco, y que luego terminó con incidentes.
Su lucha recaló en el poder político. Novillo se manifestó para reclamar la intervención del exgobernador Daniel Scioli, y el exministro de Seguridad provincial, Alejandro Granados. Denunció que Aníbal Fernández, jefe de Gabinete del anterior Gobierno Nacional, encubría el crimen. Arremetió también contra el ex intentendente de Quimes, Francisco "Barba" Gutiérrez, y reveló que el actual, Martiniano Molina, entorpecía la causa.
El caso actualmente no tiene detenidos. Leonel Luna estuvo un año preso y en diciembre de 2015 lo absolvieron por falta de pruebas. Fernando Gabriel Amaro, barra brava de Quilmes, pasó detenido cuatro meses y luego salió en libertad. Y Leonel Arévalo, que durante el juicio contó con lujo de detalle cómo golpearon a Novillo hasta desmayarlo e incluso reconoció haber participado, no estuvo ni un día preso por ser menor. La impunidad continúa y ahonda un dolor incurable. No hay paz para la familia Novillo. No hay Justicia para Adrián.
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