Romina Atencio es coach y mentora de mujeres y parejas. Para cualquier consulta, comunicarse al correo electrónico [email protected]. Instagram: @diosalmica. YouTube: @rominaatenciocoaching.
En la vorágine del día a día, muchas veces nos sentimos atrapados en la rutina, cumpliendo obligaciones que no siempre nos llenan. Levantarnos cada mañana puede volverse un acto mecánico, y la sensación de que algo falta aparece con fuerza.
Ahí es donde surge la pregunta: ¿Para qué hago lo que hago? ¿Para qué vivo? ¿Cuál es mi propósito? Tener un propósito claro no es un lujo para unos pocos: es una brújula que alinea nuestra energía, nuestras decisiones y nuestra vida entera. Cuando nos conectamos con él, incluso los desafíos se convierten en aprendizaje y los días se sienten más plenos.
Hace algunos años, comencé a hacerme esta pregunta cada vez más. Fue ahí, donde apareció en mi vida la necesidad de conectar con mi propósito. Aprendí que no necesitamos tener un mismo propósito a lo largo de toda nuestra vida. Pero sí es importante tener propósitos claros para poder darle sentido a nuestra vida.
El Ikigai es un concepto japonés que se traduce como “la razón de ser”. Me crucé con este concepto, hace aproximadamente seis años. Me apasionó tanto investigar acerca de este término japonés, que terminé volviéndome una experta. Escribí libros acerca de este tema, armé cursos alrededor de este tema. Hoy, después de muchos años, lo comprendo al fin. Por eso quiero explicarte en este artículo, de forma muy breve, cómo funciona el Ikigai.
Más que un objetivo puntual, es la intersección de cuatro elementos fundamentales:
El Ikigai no es un destino, sino un camino que se descubre paso a paso. Cuando vivimos desde la intersección de estas cuatro áreas, nuestra vida fluye con mayor armonía, y cada acción cobra significado.
Tener un propósito, no siempre lo es todo. Si bien es sumamente importante encontrar el para que de mis actos y él para que de mi vida, es importante que comprendamos que atrás del sentido de la vida, existe un alma, una conciencia, que lo único que busca es reconectar.
Deepak Chopra nos invita a mirar más allá de los objetivos externos y las expectativas sociales. Según su visión, el propósito nace del alma y se conecta con nuestra energía vital. Vivir alineados con nuestra esencia hace que mente, cuerpo y espíritu trabajen en sincronía. La creatividad, la intuición y la satisfacción se expanden.
Chopra señala que la vida sin propósito genera un vacío silencioso: estrés, ansiedad o sensación de desconexión. Tener un propósito claro nos conecta con un sentido más profundo y nos da fuerza para atravesar momentos difíciles con calma y confianza.
Existen señales claras de desconexión con el propósito:
Estas señales no son errores; son alertas del alma que nos invitan a pausar, mirar hacia adentro y reconectar con lo que realmente nos importa.
Cuando combinamos la claridad del Ikigai con la conciencia plena que propone Chopra, ocurre algo poderoso:
No se trata de perseguir un sueño distante, sino de vivir con sentido en cada instante, reconociendo la armonía entre lo que hacemos, lo que amamos y lo que podemos aportar.
Romina Atencio
Volver al propósito se siente en pequeñas señales:
Cuando estamos alineados con nuestro propósito, nuestra energía fluye, y los obstáculos se perciben menos pesados, porque nuestra intención guía cada acción.
Estas prácticas ayudan a recordar que nuestro propósito no es un destino lejano, sino una forma de estar presentes y coherentes con nosotros mismos.
Vivimos obsesionados con el hacer: producir, avanzar, demostrar. Pero el propósito no nace del hacer, sino del Ser. Cuando aprendemos a estar presentes, el propósito emerge solo, como un movimiento natural del alma.
Volver al Ser nos permite tomar decisiones desde la claridad, actuar con intención y generar impacto sin agotarnos en expectativas externas. El propósito no es un lujo: es una necesidad del alma.
El Ikigai nos muestra cómo descubrirlo, Chopra nos recuerda cómo vivirlo con conciencia, y juntos nos enseñan que cada día es una oportunidad para reconectarnos con nuestra razón de ser. Cuando nos alineamos con nuestro propósito, nuestra vida deja de ser una serie de tareas mecánicas y se transforma en una expresión viva de nuestro ser más profundo.
La verdadera plenitud no se encuentra afuera, sino en la coherencia entre lo que sentimos, hacemos y amamos.
Si quieres aprender mucho más sobre estos temas, te invito a que me sigas en las redes sociales en Instagram, me encontrás como @diosaalmica
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