Tras una denuncia, el ejemplar de mono carayá había sido secuestrado de una vivienda de la localidad bonaerense de Alberdi y enviado a Temaikén. Una jueza entendió que no correspondía y decidió su restitución.

Domesticar animales salvajes es un delito, se lo denomina "mascotismo" y se refiere al hecho de sacar a una especie de su hábitat natural para trasladarlo a uno que le es propio con distintos fines. Pero, ¿puede haber excepciones? Hace pocas horas se dio un caso en la provincia de Buenos Aires en el que la Justicia decidió que sí.

Tras una denuncia, una vivienda de la localidad de Alberdi -ubicada a 80 km de Junín- fue allanada por personal policial de la Dirección Prevención Ecológica y Sustancias Peligrosas que encontró un ejemplar de mono carayá domesticado; tras labrar un acta por violación a la Ley de Fauna, la mona "Laiza" fue enjaulada y por disposición judicial se la trasladó al bioparque Teimaikén, ubicado en Escobar.

Pero detrás de Laiza había una historia muy fuerte: la mona fue hallada hace 24 años en Clorinda, provincia de Formosa junto al cadáver de su mamá por un camionero de apellido Malizia, tenía apenas unos días de vida y seguramente no sobreviviría sola por lo que el hombre decidió arroparla y llevarla con él de regreso a su casa, en Junín.

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La mona Laiza, ejemplar de carayá, fue rescatado hace 24 años en Formosa.

La mona Laiza, ejemplar de carayá, fue rescatado hace 24 años en Formosa.

Ningún veterinario sabía entonces muy bien qué hacer, por lo que animal fue criado como un bebé más de la familia y creció con los hijos del transportista que le dieron un espacio dentro de la propia casa. Compartió juegos, deambulaba por dentro y fuera de la casa y dormía encima de un termotanque donde la temperatura le resultaba agradable.

Pasaron 20 años y Laiza se mudó con la hija mayor del hombre a una casa en Alberdi, donde encontró aún más espacio en el amplio jardín, ideal para colgarse de las ramas sin preocupaciones en un ámbito de contacto con la naturaleza; cada noche, la mona se iba a dormir a una suerte de jaulón de donde siempre podía salir por sus propios medios.

Pero algún vecino que desconocía esta historia, interpretó que el animal estaba retenido quizás como tantos ejemplares de esta especie que está protegida y suelen ser comercializados de manera ilegal, y decidió hacer la denuncia.

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"Laiza" sufrió el desarraigo y se deprimió durante los días que estuvo en Temaikén, al punto de no querer probar ningún alimento mientras -en paralelo- la familia que la crio contrató un abogado para que hiciera las presentaciones necesarias para solicitar la restitución del animal.

Finalmente este viernes, una jueza falló a favor de ese pedido y decidió la inmediata devolución el animal a la familia, evitando un mal mayor al del no cumplimiento con lo que dice la ley y que no es otra cosa que el deterioro de la salud del primate.

El video del reencuentro de "Laiza" con su mamá adoptiva se viralizó en Junín y alrededores y los comentarios fueron unánimes: celebran la decisión judicial que miró la película completa y no la foto.

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