El pasado 14 de noviembre, Anahí Esperanza Salcedo, junto a su pareja, detonó una bomba casera frente al mausoleo del ex jefe de la Policía Federal, Ramón Lorenzo Falcón, en el Cementerio de la Recoleta.
La explosión provocó daños en el lugar, así como lesiones a Salcedo, quien terminó bajo un coma inducido y con la cara totalmente desfigurada. Además, perdió tres dedos, tiene una mano inmóvil y aún no puede comer sólidos.
Tras ser trasladada al Hospital Fernández, la mujer de 32 años, fue llevada al penal de Ezeiza, donde permanece detenida desde el año pasado. Ahora, el juez federal Julián Ercolini elevó la causa a juicio oral y público.
Además de Salcedo, fueron imputados su pareja, Hugo Alberto Rodríguez y Marcos Nicolás Viola, un changarín que colocó una bomba bajo el auto del juez Claudio Bonadio en su casa de Belgrano. Junto a ellos, fueron enviados a juicio otros ocho acusados, casi todos ellos inquilinos de una casa tomada que Salcedo y Rodríguez frecuentaban, lugar donde fueron detenidos allí por la Federal al día siguiente de las explosiones.
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Más allá de los pedidos de las respectivas defensas, ningún planteo fue recibido favorablemente y todos los acusados continuarán detenidos.
"Le faltan tres dedos de la mano derecha", aseguró el abogado de Salcedo, Eduardo Soares: "Tiene los muñones en carne viva, no pudo curarse bien, para ella agarrar un mate es una tortura. Te habla, entiende, cognitivamente está bien, pero el resto no, no está bien de salud".
Salcedo, dice el abogado, fue retirada de manera prematura del Fernández, "un mes antes, por orden de Ercolini". "También tiene la clavícula comprometida, su mano izquierda está casi inmobilizada, tuvo varias infecciones en sus heridas".
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