Por SEBASTIAN ARANGUREN
Una reducida franja de un kilómetro de largo por cien metros de ancho situada a pocas cuadras del centro de la ciudad de La Plata, reporta las características propias de una “ventana” que replica desde hace por lo menos cincuenta años misteriosos fenómenos OVNI que, a criterio de ufólogos que investigan sobre la profusa casuística allí detectada, podría llegar a ser la expresión misma de una civilización -quizás porque no la nuestra- que logra viajar, a través del tiempo, desde el futuro en el cual actualmente se encuentra a este presente.
El área, rica en casos que se remontan a principios de la década del 50, es denominada por los investigadores de la Fundación Argentina de Ovnilogía (FAO) como La Zona 72, en honor a la avenida en la cual está ubicada, entre las calles 10 y 20 de la capital provincial, en una extensión lindera a las vías abandonadas del viejo Ferrocarril Provincial.
Luis Burgos, el referente de la FAO, explicó a Expedientes Secretos que La Zona 72 se convierte hoy “en una acotada área de investigación similar a la que puede ser el paraje El Espinillo, en Magdalena, o la estancia La Esperanza, en Gobernador Ugarte, que son en definitiva puntos donde el fenómeno tiende a reiterarse en diversas manifestaciones”.
La particularidad observada por Burgos es que así como en esa misma característica encuadran geografías como el cerro Uritorco, en Capilla del Monte, Córdoba; la localidad entrerriana de Victoria, y la de Cachi, en Salta, esta zona ubicada al sudeste de La Plata “concentra episodios muy significativos y relevantes, en un espacio por demás reducido”, tal como apuntó Burgos.
En rigor el lugar ha dado pié a un repertorio variado de fenómenos que incluyen avistamientos, OVNIS fantasmas, huellas deshidratadas y hasta la presencia de humanoides que aceleraron los latidos de los ocasionales testigos de experiencias que se suman a una cantidad de episodios con antecedentes y repeticiones de lo que aún no existe explicación.
“No sabemos a ciencia cierta de qué se trata pero creo que la sucesión de fenómenos abre la puerta a la posibilidad de atribuir toda esa casuística a viajeros del tiempo, que estuvieron allí mucho antes de que esté lo que se observa ahora o que ya están en lo que habrá ahí mismo en un futuro”, aventuró el líder de la FAO.
En ese sentido argumentó que si esta hipótesis cobra fuerza, se trataría de inteligencias que “suben y bajan en la misma zona geográfica, pero luego de un viaje hecho a través del tiempo” y apuntó para darle más luz a la explicación que “hoy no sabemos que puede haber en la Zona 72 dentro de 300 años”. Sin embargo, aquello que le da vida a este fenómeno, quizás ya lo sepa.
Activo como nunca
Si de algo está convencido Burgos es que por sobre todo en estos últimos tiempos el fenómeno que se registra en la Zona 72 “está activo como nunca” y aunque insistió en no tener elementos a mano para poder develar la incógnita de porqué ahí, aseveró que “el punto de partida” más no sea registral de los acontecimientos “es en la década del 50”.
La serie de casos que Burgos y su equipo de ufólogos han registrado casi de sesenta años a esta parte revela no sólo una abundante cantidad de episodios que hablan de la presencia de “una zona caliente” en materia de fenómenos, sino de una amplia gamas de combinaciones en lo que a manifestaciones extrañas refiere.
“Es rarísimo lo que pasa” puntualizó el investigador platense “porque combina muchas cuestiones que se desprenden del relato de los testigos” aunque, remarcó, uno de los casos más emblemáticos que ocurrió en esa zona fue el las huellas encontradas sobre la usina de la ex OSBA.
Los archivos de FAO atesoran la siguiente información: la medianoche del 19 de diciembre de 1998, Gilberto Mario Sánchez, por entonces de 48 años, y un grupo de operarios trabajaban en la usina de OSBA, situada en el parque Saavedra, es decir en el área de influencia de la Zona 72, cuando vieron surcar el cielo platense un objeto piramidal, color gris, en dirección Este-Oeste.
En realidad, la sorpresa llegó unos días después, cuando los empleados de la planta encontraron en el predio, cerca de la pista de aterrizaje de helicópteros, una huella anular reverdecida de unos cuatro metros de diámetro a la que nadie le encontró una explicación que no proviniera de una posibilidad misteriosa.
Lo curioso del hecho fue que debajo del césped en el que apareció esa huella circular se encontraban almacenados en un piletón subterráneo 11 mil litros de agua, en un área en el que lo sistemas técnicos de monitoreo y las funciones mecánicas del depósito estaban comandadas por un potente sistema trifásico.
Area acotada
Entre otras precisiones en torno a como entiende lo que sucede en La Zona 72, Burgos sostuvo que “los fenómenos de recurrencia dan lugar con el paso del tiempo a las denominadas ventanas, que están fuera de las áreas consideradas calientes. Su característica -dijo- es que se dan en cortos lapsos y en espacios geográficos acotados”.
“Sin duda, La Zona 72 es lo más acotada que hay comparable, por ejemplo, con el arroyo El Espinillo en campos de Atalaya, Magdalena, o en la estancia La Esperanza, en Gobernador Ugarte”, enfatizó el investigador que para quien en el país no hay más que seis áreas reducidas donde se registran fenómenos de recurrencia.
El ufólogo consideró un hecho plausible que exista una zona tan diminuta en su extensión para favorecer las investigaciones, “dado que quienes nos dedicamos a profundizar sobre estas cuestiones tenemos el fenómeno delante de nuestras narices”.
El titular de FAO subrayó que en la Zona 72 los hechos que se reiteran se suceden “como si el paso del tiempo nunca hubiera alterado nada” y de allí que Burgos se plantee como interrogante “¿qué hubo en ese sitio o que habrá en el futuro? La incógnita, hoy por hoy, está lejos de ser despejada.
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