Desde hace 30 años, Humberto Lio, artista, y docente de plastica y teatro, es un generador permanente de actividades culturales a traves de su accion en el Centro La Calle Larga, en Avellaneda, donde se desarrollan desde talleres hasta recitales, obras de teatro y muestras de pintura

Cuenta la historia que allá por mediados del siglo XIX las carretas que llevaban su comercio a la zona sur lo hacían por un camino de tierra que hoy es Montes de Oca, atravesaba Barracas, cruzaba el viejo puente y seguía por la actual avenida Mitre. Este camino era conocido como "la calle larga".

Por eso, no es casual que cuando un grupo de amigos y amantes del arte y la cultura decidieron bautizar a su nuevo Centro Cultural en pleno Avellaneda, y tras buscar un nombre que expresara algo relacionado con la raiz de la zona, lo denominaran justamente La Calle Larga.

Enclavado en la esquina de Estrada y Laprida, a pocas cuadras del puente Crucecita, en una zona fabril, que quizás conoció mejores épocas, pero que aún resiste, el Centro Cultural La Calle Larga es un pulmón para la cultura y el arte popular en esa ciudad con mucha actividad comercial.

Pero en este caso hablar de la historia del Centro es también hablar de Humberto Lío (76), uno de sus principales mentores (junto a Mónica Besada, que continúa participando) un artista y docente para quien ese lugar - donde además vive desde hace varios años- es una usina permanente de actividad para el arte, y una forma de mantener viva la identidad cultural.

Descendiente de inmigrantes italianos, este fanático hincha de Racing cuenta que su madre era mendocina, y su padre de Flores. Que nació en Villa Ballester, pero vivió en muchos barrios, desde Soldati hasta Glew, en el GBA, luego en Banfield y Adrogué, antes de recalar en Avellaneda.

Interesado por el arte desde chico, cuenta que "estudié como Docente en Arte, en la Escuela Belgrano, maestría y Artes Plásticas, y profesorado de Bellas Artes en la escuela Pueyrredón, luego me atrajo mucho el trabajo en cerámica, e inicié la carrera mientras me ganaba la vida trabajando un par de años en un estudio de abogados, aunque sentí siempre que lo mío era el arte".

Lío señala que "durante un tiempo tuve un taller de cerámica, y trabajaba con decoradores y arquitectos, haciendo trabajos para locales, y decoración de vajilla y porcelanas, pero más tarde me sedujo la docencia, porque me gusta transmitir mis conocimientos, y por suerte tuve muchos alumnos".

Así, Humberto dictó varios talleres en Adrogué, y en otros institutos de cultura, pero durante más de 25 años enseñó en IMEPA, el Instituto Municipal de Educación por el Arte, y allí se jubiló.

Pero también descubrió otro amor que lo atrapó: el teatro. Relata que "en una época dejé la plástica, y de a poco me interesó el mensaje y el trabajo con el cuerpo, y de a poco fui ingresando en el mundo de las tablas, como actor y director, realicé varias puestas en escena y colaboraciones artísticas".

De esa época rescata sus trabajos de Danza-Teatro de la UBA en el Centro Ricardo Rojas, y puestas y actuaciones que le dejaron huella, como "Estado de sitio" de Albert Camus y "Tute Cabrero" de Tito Cossa, "obras que hablan de la libertad y de los sueños, además de un par de obras de García Lorca donde abordé personajes complejos".

Hasta que en determinado momento, charlando con colegas del arte, empezó a madurar la idea de centralizar todas las inquietudes artísticas en un lugar fijo. Señala que "yo ya venía haciendo proyectos artísticos para trabajar sobre la cultura popular y el arte, a través de un grupo de títeres, trabajos en la villa cercana y en el barrio, además de participar en una corriente relacionada con Pan, Tierra y Trabajo y en el Movimiento de Reconstrucción y Defensa de la cultura Nacional, sobre fines de la dictadura, y este Centro fue el inicio de una nueva etapa".

Un reducto donde todo el arte tiene su espacio

La aventura saludable de lo que hoy es el Centro Cultural La Calle Larga - y que casualmente en esta jornada celebra sus 30 años con un gran festival a partir del mediodía en la esquina de Laprida y Estrada- se inició en 1989. Humberto relata que "cuando empezamos éramos siete, con el mismo objetivo, de tener un lugar propio, y crecer con una iniciativa cultural".

El primer paso se dio en un local de avenida Mitre al 900, pero a causa de los altos alquileres, debieron abandonar el lugar. Cuenta Humberto que "hacia 1998 encontramos esta casa vieja, construída por la familia Carosio hará unos 80 o 90 años, que era al principio un bar y al lado una carnicería, lo remodelaron y luego fue una ferretería industrial, por varios años estuvo abandonada hasta que llegamos nosotros y se lo alquilamos a Emilse, una sucesora de la familia original".

En un salón amplio donde caben unas 70 personas, se realizan espectáculos los fines de semana, de música (tango, flamenco y jazz los sábados), teatro y muestras plásticas. Los domingos hay peñas folklóricas, y como queda chico el lugar, se utiliza la calle para los encuentros, algo que se repite en los feriados patrios.

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En la semana unos 60 alumnos concurren a los talleres de teatro, música - tanto instrumentos varios como canto- y plástica, que están a cargo de unos 10 docentes, entre ellos Humberto Lío, que dicta clases de Teatro, y también se organizan charlas sobre historia, y temas sociales y políticos, y cuenta Lío que "en octubre dedicamos ciclos a la Mujer, su trabajo y su importante papel en la sociedad".

Un cuadro de Yupanqui que se quedó para siempre

Entre los artistas más notorios que llegaron al Centro, Humberto cita a Suma Paz, que hizo varios recitales, "vinieron también Juan Falú con Jorge Marziali, José Ceña, y hace mucho Aimé Painé (ya fallecida) y Luisa Calcumil, dos representantes de la cultura mapuche, con quien incluso organizamos en el teatro Roma un recital sobre las coplas del Payador Perseguido, de Yupanqui". Del creador de "Piedra y camino", justamente, cuenta Humberto que "en 1992 cuando murió Atahualpa, le pedimos al pintor Carlos Terribili que nos hiciera un cuadro sobre él, para exhibir en un homenaje en el Roma. Así lo hizo, y se presentó en ese escenario. Al final, cuando se lo quisimos devolver, no tenía lugar y se lo guardamos aquí. El murió hace poco y el cuadro se quedó para siempre".

Aclara Humberto que "mantener el local es muy duro, ya que subsistimos con el buffet, los shows son a la gorra y no tenemos apoyo municipal, pese a que lo intentamos, por eso nos ilusionamos con que esto se modifique, ya que creo que hacemos un aporte importante a la cultura nacional y la identidad del pueblo". No obstante, sueña con nuevos proyectos, entre ellos una obra de teatro cuyo eje sería la lucha entre unitarios y federales, a través de la semblanza de personajes de esa época.

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