Apasionado por la astronomía, Osvaldo Calvo impulsó la llegada de un telescopio a la Biblioteca Sarmiento de Valentín Alsina, atractivo extra de esa popular entidad barrial que se destaca por las amplias propuestas culturales que genera.

El próximo año, la Biblioteca Popular Sarmiento cumplirá cien años de vida, desde que en 1918 un puñado de vecinos idealistas, varios de ellos simpatizantes del anarquismo, generaron un espacio para la cultura y las tareas comunitarias.

La biblioteca, que en realidad en sus primeros tiempos fue una sociedad de fomento, está situada en pleno centro de la populosa localidad de Valentín Alsina, en el partido de Lanús, a pocos metros de la plaza que homenajea a uno de sus ilustres vecinos: la Roberto Sánchez, obviamente el recordado Sandrode América”.

Entre los chicos y jóvenes que durante la década del ‘30 transitaban los pasillos de la naciente biblioteca, que hoy cuenta con cinco pisos, pero que por entonces ocupaba solo la planta baja, estaba un entusiasta lector con ideas progresistas: Osvaldo Calvo, que hoy, a sus vitales 83 años, convertido en socio e impulsor de numerosas actividades en ese centro, es casi un símbolo del crecimiento de la Biblioteca.

Calvo comenta que la biblioteca llegó a tener unos 40 mil volúmenes, pero que la falta de espacio hizo que mucho material fuera derivado tanto a las prisiones como donada a otras bibliotecas, y por eso ahora hay “solo” unos 30 mil libros, de todos los géneros posibles, que son permanente material de consulta para grandes y chicos.

Osvaldo cuenta que “los fundadores de la sociedad de fomento eran obreros, que venían de las zonas fabriles cercanas”, y remarca que “aquí llegó a haber más de mil socios, aunque la cifra luego bajó, sobre todo porque la influencia de internet alejó un poco a la gente de esta práctica de consulta permanente en el lugar”.

Desde chico, Osvaldo descubrió un universo en este lugar y nunca pudo dejarlo. Nacido a pocas cuadras, al igual que el mencionado Sandro, de quien cuenta que “en una entrevista dijo que disfrutó sus primeras lecturas cuando venía a la biblioteca”, en su juventud se vio atraído por el mundo de las lentes, ya que por una tía se enteró de un trabajo en una óptica de Pompeya, y así empezó con una actividad que se convirtió en su especialidad, y que fue un puente hacía otra pasión: la astronomía.

Pasión que tiene su consecuencia en que la Biblioteca Sarmiento en su planta alta posee uno de los más particulares y más potentes telescopios del país, traído directamente desde Alemania, y que se relaciona con un ex presidente de la Argentina: Marcelo T. de Alvear.

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Hijo y nieto de obreros del Frigorífico Wilson, Osvaldo creció entre las paredes de la biblioteca, un edificio que hoy cuenta también con un espacio para jornadas con los más chicos, un patio de aires coloniales al fondo, con arcadas similares a las del Puente Alsina y varios talleres de música y teatro para chicos y adultos, cursos de computación y un auditorio donde pueden entrar 200 personas, y donde se hacen recitales, shows y obras teatrales.

Con respecto a su oficio, Osvaldo reconoce que “empecé como cadete pero me fui enamorando de la actividad, luego hice la carrera en el Otto Krause, mientras trabajaba, primero en el negocio, y luego desde mi propio taller, haciendo trabajos para las ópticas de la zona”.

“Más adelante - completa - por un conocido me vinculé a los Laboratorios Alex, donde se editaban las películas nacionales, y allí trabajé muchos años reparando y controlando los equipos para compaginar. Y llegué a ser docente en tres escuelas de cine, preparando cursos que seguí dictando hasta hace un par de años, en que dejé por problemas de salud”.

Un hito: la visita de René Favaloro

Uno de los hitos de la Biblioteca Sarmiento fue que merced a un ciclo de encuentros que se organizaron sobre temas médicos, en los años 70 fue a dar una charla un joven pero ya consagrado René Favaloro. Tan importante fue el evento que en una de las paredes del segundo piso hay un afiche enmarcado con el anuncio de la conferencia del célebre especialista del corazón.

En la biblioteca hay numerosos colaboradores voluntarios, y Osvaldo remarca que “hay profesionales que hacen un aporte importante, como Roby, de la comisión directiva, y miembro del taller de astronomía, Gabriela Gutt, con sus talleres de promoción de lectura infantil, y Cristian Escobar, un actor que propuso e impulsó algo que no había, el teatro para chicos, un gran incentivo para interesarlos y acercarlos a la cultura”.

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Para Osvaldo, es un orgullo además haber logrado que uno de los diccionarios más completos, el Espasa Calpe de 140 tomos, hubiera sido parte de la Biblioteca, lo que se logró gracias a las gestiones de un entonces legislador radical, a mediados de la década del 40.

La increíble ruta del telescopio: de Alemania a Alsina

En la última planta de la Biblioteca se encuentra la “estrella” del edificio: un telescopio de alta tecnología cuya cúpula se puede ver en la terraza. Sin dudas una de las atracciones del lugar, fue obra del empeño de Osvaldo Calvo, un apasionado por la astronomía, que cuenta una historia muy singular.

“Cuando a Marcelo T. de Alvear lo eligen para ser presidente y suceder a Yrigoyen, estaba en París. Un amigo suyo era astrónomo del observatorio de esa ciudad, y él se deslumbra a tal punto que decide comprar un telescopio, por lo que se debió encargarlo a Alemania”, explica.

Así, lo trasladan a su campo de Don Torcuato, donde lo instalan, y al recibir a sus amigos, todos de alto nivel económico, varios de ellos se entusiasman y encargan otros aparatos. “En total - señala Calvo- piden 30 telescopios, que de a poco llegan al país”.

Don Osvaldo cuenta que “el dueño de uno de esos telescopios, en las Barrancas de San Isidro, muere y la familia no sabe qué hacer con ese gran aparato. Deciden venderlo a un matrimonio que estaba en Moreno, y que había visto el aviso en el diario”.

“Cuando el fletero llega con el inmenso telescopio a la casa, que tenía un amplio jardín, el hombre se quería morir, y la mujer lo quería matar”, bromea. La historia concluye con que esta gente no puede conservar el telescopio, yo me entero de su existencia, fuimos con mi amigo Miguel Sbaglia a buscarlo y lo trajimos”.

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