NUEVA YORK (EFE).- Un jurado popular de Connecticut condenó ayer a pena de muerte a un hombre de 47 años que en 2007 asesinó a una mujer y sus dos hijas cuando entró a robar en su hogar, situado en ese estado del noreste de Estados Unidos donde la pena capital ha centrado recientemente el debate político. Steven Hayes, que el pasado mes fue declarado culpable de 16 cargos relacionados con el triple asesinato, se convertirá en el recluso número diez del corredor de la muerte en Connecticut, un estado cuya Legislatura votó a favor en 2009 de derogar la pena de muerte, pero cuya gobernadora, Jodi Rell, vetó la medida. En julio de 2007, Hayes y su cómplice, Joshua Komisarjevsky, entraron a robar en la residencia de la familia Petit en la localidad de Cheshire (Connnecticut), donde el hoy condenado a muerte acabó asesinando a Jennifer Hawke-Petit, de 48 años, y a sus hijas Hayley y Michaela, de 17 y 11 años. Además, dejaron malherido al padre de la familia, William Petit, quien ayer estuvo presente en el tribunal en el que el jurado condenó a muerte al Hayes.
Asalto y violación
Durante el juicio, los fiscales aseguraron que Hayes y Komisarjevsky invadieron el hogar de los Petit, agredieron al padre de familia, violaron y estrangularon a su esposa y abusaron de las dos hijas del matrimonio, a las que ataron a sus camas antes de prender fuego a la vivienda. Además, antes de acabar con su vida, llevaron a Jennifer Hawke-Petit hasta una sucursal bancaria donde la obligaron a retirar dinero de sus cuentas. Komisarjevsky, de 30 años, está acusado de abusar sexualmente a las hijas de la pareja y se espera que su juicio se inicie el próximo año. La condena a muerte anunciada ayer por el jurado tras varios días de deliberaciones y que debe ser impuesta por el juez del caso no significa que Hayes vaya a ser ejecutado pronto, ya que se prevén numerosas apelaciones a la pena capital por parte de la defensa. Entre esas apelaciones se encuentra una en contra de la propia pena de muerte en un estado en el que, como en otros del noreste estadounidense, ese tipo de sentencias no se ejecutan con facilidad. Hayes pasará a engrosar hasta diez el número de presos en el corredor de la muerte de Connecticut, donde aún se encuentra un reo condenado a muerte hace 21 años por el asesinato de su mujer y su hijo, y que no ha sido ejecutado todavía. Desde 1960, las autoridades de Connecticut sólo han ejecutado a un sólo preso, el asesino en serie Michael Ross, que murió en 2005 después de que él mismo pidiera la ejecución. La pena de muerte en Connecticut se encuentra pendiente ahora de la toma de posesión del nuevo gobernador del estado, después de que la republicana Jodi Rell vetara la decisión en 2009 de eliminar la pena de muerte de las leyes estatales que había tomado la Legislatura estatal. En las elecciones del pasado martes se alzó como nuevo gobernador de Connecticut el demócrata Dan Malloy. La aún gobernadora, sin embargo, emitió ayer mismo un comunicado en el que explicó que “siempre” ha creído que hay “ciertos crímenes tan atroces y depravados que la sociedad se beneficia al imponer la pena capital al criminal que los comete”. “Steven Hayes es culpable de ese tipo de crímenes y hoy el jurado ha recomendado que reciba la pena de muerte.

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