Fernando Haddad, el exgobernador de San Pablo, fue oficializado este martes como el remplazante de Luiz Inácio “Lula” da Silva en las elecciones del próximo octubre y quien tendrá por delante el difícil reto de sustituir al carismático expresidente brasileño si quiere conquistar a una parte de sus electores.
El también exministro de Educación, de 55 años, llegó a ser anotado como candidato a vicepresidente y compañero de fórmula de Lula, pero la decisión de la Corte Electoral de inhabilitar al antiguo líder sindical le obligó este martes a tomar el bastón de mando del partido en la disputa electoral.
Tras el veto a Lula, el pasado 1 de septiembre, Haddad se convirtió en la principal alternativa del Partido de los Trabajadores (PT), pero la formación de centroizquierda solo hizo oficial su candidatura presidencial este martes, cuando vencía el plazo otorgado por la justicia electoral para proclamar el sustituto del exmandatario.
Este abogado, con maestría en economía, doctor en filosofía y profesor de ciencias políticas se alzó en las últimas semanas como el portavoz de Lula en las calles y ahora, a menos de un mes de las elecciones, deberá convencer a los electores de que es el "elegido" del exmandatario.
Haddad necesita transferir a su terreno los votos de Lula, pero el antiguo "niño prodigio" del PT no cuenta con el carisma y la proyección nacional que caracterizan a su padrino político, preso desde abril por corrupción.
Como "heredero" de Lula, Haddad ha intentado en las últimas semanas dejar en un segundo plano su perfil de intelectual de izquierdas para intensificar su papel de militante y aproximarse a las clases populares y a los movimientos sociales, entre las que Lula tiene un gran apoyo.
Para ello visitó recientemente, por consejo de Lula, varias fábricas del cinturón industrial de San Pablo, donde cuarenta años antes su mentor lideró una huelga de trabajadores en plena dictadura militar.
Allí, como en la mayoría de sus actos políticos de relevancia, estuvo acompañado por su mujer, Ana Estela Haddad, una profesora de odontología con quien lleva más de veinte años casado y tiene dos hijos.
Proveniente de una familia de comerciantes libaneses, Haddad cuenta que solía llevar en la cartera una fotografía de su abuelo Habib Al-Haddad, un antiguo líder religioso y cuyas historias le estimularon en su formación.
Con un amplio currículum académico, Haddad fue ministro de Educación entre 2005 y 2012, cargo con el que reforzó su prestigio dentro de la izquierda y le permitió estrechar su confianza con Lula.
Fue precisamente el expresidente quien insistió en postular a Haddad como alcalde de San Pablo en las elecciones de 2012, en las que venció en segunda vuelta, y le volvió a brindar su apoyo en 2016, cuando aún estaba en libertad y en plena actividad política.
Entonces, Haddad aspiró a la reelección, pero perdió en primera vuelta ante el socialdemócrata Joao Doria, un multimillonario empresario novato en la política que obtuvo el 53 % de los votos frente al 16 % del ahijado de Lula.
Haddad renovó su matrícula de abogado recientemente con el fin de integrar el equipo de defensa de Lula y poder así reunirse con el líder del PT en la cárcel de Curitiba (sur), donde cumple una pena de 12 años de prisión.
Entre rejas, Lula ha trazado en los últimos meses la estrategia del PT y ha definido la hoja de ruta de su pupilo, quien sigue en pleno proceso de metamorfosis para poder personificar el proyecto del exmandatario en las elecciones del 7 de octubre.