En medio de la disputa mundial por los microprocesadores, la semana pasada la empresa Huawei lanzó el teléfono Mate Pro 60. El mismo consta con un procesador Kirin 9000s, de la empresa asiática Semiconductor Manufacturing International Corp (SMIC), algo que ha desconcertado al gobierno de Estados Unidos y golpeado sus políticas de sanciones hacia China.
Tras el lanzamiento del teléfono, el precio de las acciones de SMIC subió casi un 20% en Hong Kong y un 15% en Shanghái, ya que el nuevo desarrollo atrajo inmediatamente a los inversores.
La empresa estadounidense de investigación de semiconductores TechInsights analizó de cerca los componentes del dispositivo, y concluyó que el Mate 60 Pro es capaz de alcanzar velocidades de telefonía móvil equiparables a las de dispositivos 5G como los últimos modelos de iPhone de Apple.
Huawei sacó a la venta el Mate 60 Pro durante una visita a China de la secretaria de Comercio estadoundense, Gina Raimondo, cuyo departamento ha impuesto muchos controles clave de exportación a China.
Desde 2019, Washington ha restringido el acceso de SMIC, con sede en Shanghái, a los equipos de fabricación de chips más avanzados del mundo: los sistemas de litografía ultravioleta extrema.
En los últimos meses se han repetido una tras otra las medidas beligerantes en este sentido entre China y Estados Unidos. En febrero, desde el país norteamericano decidieron que las empresas fabricantes de microchips que accedan a las ayudas del multimillonario plan de impulso del sector desplegado por el Gobierno de Estados Unidos, tendrán prohibido extender su capacidad de producción a países como China.
Tras ello, Washington decidió incrementar la presión sobre sus principales socios fabricantes de tecnología para fabricar microchips, como Países Bajos y Japón, para que introdujeran sus propias restricciones a la exportación, algo que finalmente ha ocurrido.
La respuesta asiática llegó este mes de julio, cuando China anunció controles para la exportación de galio y germanio, dos metales clave en la fabricación de semiconductores. La decisión perjudica de manera significativa, entre otros países, a Estados Unidos.
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