El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, llegó este miércoles a China para reforzar los lazos con su mayor socio comercial y ganar apoyo para su improbable esfuerzo de paz en Ucrania.
Lula quiere que Brasil, China y otras naciones ayuden a mediar en la guerra como parte del regreso de su país al escenario internacional, pero sus propuestas para poner fin al conflicto han enojado a Ucrania y algunos países occidentales.
Menos controversial es el interés mutuo de China y Brasil en el comercio tras un periodo accidentado durante el mandato del predecesor de Lula.
Se esperaba que los dos países firmaran al menos 20 acuerdos bilaterales durante la estancia de dos días de Lula, según el gobierno brasileño. El mandatario tenía previsto visitar Shanghái y Beijing y reunirse el viernes con su homólogo, Xi Jinping.
Los mandatarios tenían previsto hablar de comercio, inversión, reindustrialización, transición energética, cambio climático y acuerdos de paz, según el gobierno brasileño.
China es el mayor mercado de exportación de Brasil y compra cada año decenas de miles de millones de dólares en soja, ternera, mineral de hierro, carne de ave, pulpa, caña de azúcar, algodón y petróleo. Brasil es el mayor receptor de inversión china en América Latina, según medios estatales chinos.
El expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y miembros de su familia provocaron tensiones con las autoridades chinas en varias ocasiones durante su mandato entre 2019 y 2022.
En 2020, cuando Eduardo Bolsonaro, legislador hijo del mandatario, atribuyó la pandemia del COVID-19 al Partido Comunista Chino, que gobierna el país, el embajador chino en Brasil describió sus palabras como “un insulto maligno contra China y el pueblo chino”. Más tarde ese año, Eduardo se refirió a la gigante tecnológica china Huawei como “espionaje chino”, lo que provocó una firme protesta de la embajada china. El año pasado, China no tuvo embajador en Brasil durante ocho meses.
La brecha avivó las críticas en Brasil, incluso en sectores favorables a Bolsonaro como la industria agrícola.
“Quiero que los chinos entiendan que su inversión aquí será maravillosamente bienvenida, pero no para para comprar nuestras empresas. Para construir cosas nuevas, que necesitamos”, explicó Lula a la prensa en Brasilia el 6 de abril.
Varias empresas chinas participan en proyectos de obras públicas en Brasil, como una línea de metro en Sao Paulo, la capital financiera del país. Uno de los acuerdos que Lula firmará en China será para la construcción del sexto satélite construido en un programa binacional, un dispositivo que monitoreará biomas como la selva amazónica.
“Brasil no puede permitirse dar la espalda a los beneficios que trae China. Estados Unidos no tiene la capacidad de absorber las exportaciones brasileñas como hace China, ni ocupa el mismo espacio en inversión e infraestructura”, dijo Pedro Brites, experto en China de la Fundación Getulio Vargas, una universidad y centro de estudios en Sao Paulo.
China y Brasil forman parte del grupo BRICS de países en desarrollo y han presionado para hacer cambios en lo que describen como un sistema dominado por Estados Unidos para gestionar los asuntos políticos globales.
Rusia también es un miembro de los BRICS y una pieza clave de la estrategia de Lula en su propuesta de que Brasil y otros países en desarrollo, como China, negocien la paz.
Lula ha enojado a Ucrania y a algunos en Occidente con su posición sobre la guerra, por ejemplo con su reciente propuesta, durante un encuentro con periodistas en Brasilia la semana pasada, de que Ucrania ceda Crimea para facilitar la paz. Xi se reunió con Putin el mes pasado, un mensaje para los líderes estadounidenses y europeos de que su condena a la invasión rusa no es unánime.
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