Una ola de protestas juveniles sacude al país del Himalaya, desbordando las calles tras la prohibición de redes sociales y la creciente indignación por la corrupción política.
Nepal vive una de las crisis sociales más graves de su historia reciente. Desde el 4 de septiembre, miles de jóvenes han salido a las calles para protestar contra el Gobierno, desbordando la capital, Katmandú, y otras ciudades del país. La chispa que encendió la protesta fue la decisión del Ejecutivo de bloquear 26 plataformas digitales, entre ellas Facebook, Instagram, YouTube y X (anteriormente Twitter), por no registrarse ante el Ministerio de Comunicación y Tecnología de la Información, como exige una nueva ley.
Sin embargo, la prohibición fue solo el detonante. La raíz del malestar está en la corrupción política, la falta de oportunidades laborales y la creciente desigualdad económica. Según datos oficiales, más del 22% de los jóvenes nepaleses están desempleados, y más del 20% de la población vive en situación de pobreza. Además, la clase política es percibida como ineficaz y ajena a las necesidades de la ciudadanía.
El movimiento, conocido como las "protestas de la Generación Z", ha sido liderado por estudiantes y jóvenes de entre 13 y 28 años. Sin una estructura formal, se organizaron principalmente a través de plataformas como TikTok y Viber, que no fueron bloqueadas por el Gobierno.
Las manifestaciones comenzaron de forma pacífica, pero se tornaron violentas cuando los jóvenes intentaron ingresar al edificio del Parlamento. La respuesta de las fuerzas de seguridad fue contundente: utilizaron cañones de agua, gases lacrimógenos, balas de goma e incluso munición real. El saldo hasta el momento es de al menos 19 muertos y más de 500 heridos.
La presión social obligó al Gobierno a levantar la prohibición de las redes sociales este martes 9 de septiembre. Ese mismo día, el primer ministro Khadga Prasad Sharma Oli presentó su renuncia, atribuyendo la violencia a "interferencias externas".
Sin embargo, analistas como Shashi Asthana, exjefe de la Infantería del Ejército indio, advierten que las causas son internas y estructurales: "La protesta tan grande es difícil creer que sea solo autóctona y que los problemas sean solo locales" informó Reuters.
Este levantamiento juvenil ha puesto en evidencia la creciente desconexión entre la clase política y las nuevas generaciones.
La caída del primer ministro Oli es solo el primer capítulo de una historia que podría reconfigurar el panorama político de Nepal.
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